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MUSICA - Obras musicales con argumento
MUSICA DE ESCENA
Existe todavía otro género de música para el teatro: las ilustraciones musicales, o música de
escena, para acompañar la representación de un drama. La música, en este tipo de obras, no
describe o sigue la trama de la acción, sino que enriquece la presentación escénica, de una
manera decorativa, con algunos números musicales: un preludio, una danza, un coral, una
marcha, una canción. Pero ni los protagonistas cantan, ni las escenas del nudo dramático
llevan música. Altos ejemplos de esta clase de obras musicales pueden señalarse: "Egmont", de
Beethoven, para el drama de Goethe; "Sueño de una noche de verano", de Mendelssohn, para
la comedia de Shakespeare; "Peer Gynt", de Grieg, para la fantasía dramática de Ibsen; "La
Arlesiana", de Biza, para la intensa tragedia de Daudet. Con los números de música de estas
obras han compaginado sus autores un tipo de composición llamado suite, que imita la forma
general de la sonata: un número movido y desarrollado primero, uno expresivo y lento luego,
una danza o scherzo después, y, por último, un final vivo y brillante. Resulta, entonces, una
música sacada de la escena para pasar al concierto. Ya en los principios de la música
instrumental existía el tipo suite, formado, generalmente, por una serie de danzas de diferente
aire y carácter.
ORATORIO
Un poema de forma dramática, pero no escénica, puesto en música, constituye la obra musical
llamada oratorio. Aunque los versos sean interpretados por cantantes —solistas y coros— y la
orquesta acompañe y comente la acción, la obra estará destinada al concierto y no al teatro,
porque sus partes no siguen la obligada ilación de las escenas de una obra teatral. De tipo
parecido es la cantata. Oratorio y cantata pueden ser de carácter religioso o profano; pero hay
que tener en cuenta que más bien es de tema religioso la cantata (como los dos centenares de
ellas que compuso el gran Bach, cuyo elevado número corre parejas con la sublime y constante
inspiración) que el oratorio, pues esta palabra viene de la raíz latina os, oris, que significa voz,
y de orare, hablar, y por eso se llama oratorio, porque en él intervienen el canto y la palabra de
la voz humana, y no porque tenga el sentido vulgar de este nombre. Son célebres los oratorios
de Haydn "Las estaciones" y "La creación", y "El Mesías", de Haendel.