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MUSICA - Instrumentación. Orquestación
El tratado que enseña el conocimiento de los instrumentos o medios de ejecución de las
composiciones musicales, constituye la Instrumentación.
Lo que distingue a un instrumento de otro es el matiz o color especial de los sonidos que
produce. Esta característica particular se llama timbre. El timbre proviene de la materia y la
forma del instrumento y de la manera de producir el sonido.
Los instrumentos musicales se dividen en dos grupos: los polifónicos o individuales, y los
monofónicos o de conjunto.
Los instrumentos polifónicos son aquellos que pueden ejecutar varios sonidos a un tiempo, y
por tanto, que se bastan a sí mismos para ejecutar una obra.
El instrumento polifónico, individual, por excelencia es el piano, instrumento precioso,
insustituible, tanto para el aficionado, que puede leer en él toda la música que se ha escrito,
como para el compositor, que en su teclado comprueba sus concepciones o arranca el secreto
de su inspiración, hundido en las oscuras y altas regiones de la pura belleza.
Además, el piano es el instrumento que posee una literatura más extensa y más rica. Ningún
otro puede competir con él. Por eso es el instrumento más conocido y más cultivado.
También el órgano es un instrumento individual maravilloso. Pero su majestad, su grandeza,
la inmensa extensión de sus sonidos, la variedad y número de sus juegos (agrupación de
sonidos de un mismo timbre o género) no bastan a compensar la falta de expresión humana de
su ejecución, forzosamente mecánica; aunque no puede negarse la impresión imponente que
produce en determinados momentos y en su lugar propio, el templo.
Hay otros instrumentos individuales, de alto valor artístico, como la guitarra, como el arpa;
pero por sus especiales condiciones de ejecución, más restringidas, no alcanzan la
universalidad del piano.
Los instrumentos monofónicos o de conjunto, no pueden producir más que una sola nota en
cada instante, esto es, no pueden dar notas simultáneas sino sucesivas. Por tanto, estos
instrumentos necesitan la compañía de otros instrumentos para ejecutar las obras de la música
actual polifónica.
Son de dos clases: instrumentos de aire, e instrumentos sólidos.
La orquestación enseña a combinar los instrumentos entre sí: a usar de los recursos de técnica
y de expresión, y a beneficiarse de los efectos de tesitura, o sea del color y la fuerza propios de
los
diversos registros de cada instrumento. De entre todos, son los de arco los capaces de
mayores y más eficaces efectos en todos sentidos: potentes, tanto como los majestuosos
trombones y las brillantes trompetas; románticos y heroicos como las trompas; expresivos y
cantábiles más que el tierno oboe o el melancólico corno inglés, que la serena flauta o el
intenso clarinete.
Las combinaciones orquestales son infinitas, y todas posibles. Sólo la imaginación del
verdadero artista y un certero
instinto, que no puede equivocarse cuando se nace con él,
pueden decidir en su empleo. No las hay ni buenas ni malas. Las que en manos del genio
serán sonoras y brillantes, pueden ser duras y pobres en el compositor mediocre. Pero también
hay que tener muy presente que no es la orquestación, por ella misma, la que hace sonar una
página musical, sino las notas en sí, la música y la inspiración que el artista puso en ella.