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MUSICA - Evolución de la música
PERFECCION DE LA MUSICA
Demostrada y comprobada la nueva capacidad sonora de la orquesta, Wagner pudo servirse
de ella para la creación de sus páginas orquestales sin precedentes, hasta entonces, en el arte
musical. Y con ellas llegó la música a la más alta cima de su evolución. En efecto, no es posible
imaginar obras que ofrezcan, de manera más completa, tanta nobleza en la inspiración
melódica, tanta novedad y plenitud en la armonía, tanta grandeza en los amplios desarrollos,
tan rica y satisfactoria sonoridad orquestal.
La música, pues, ha alcanzado el período clásico o de la perfección con las obras definitivas de
los compositores románticos del siglo XIX. Y es curioso hacer observar que esta música llegada
a la perfección completa en sus medios de expresión, y que debiera, por lo tanto, ser
considerada clásica, sea la música llamada, comúnmente, romántica; y que, en cambio, se suela
llamar clásica a la música de los compositores del siglo XVIII, los anteriores a Beethoven, y aun
a la de éste mismo, cuando en realidad, en esta época la música no había llegado, todavía, a la
perfección completa de los elementos de que se vale para expresarse —como la armonía, el
ritmo, el desarrollo, la orquestación—; en consecuencia debiera, esta música llamada
comúnmente clásica, considerarse con mayor razón por su técnica sencilla como arcaica.
La prueba de que la música de los compositores románticos corresponde al período clásico o
de perfección está en que después de él aparecen ya las muestras del arte decadente, porque la
evolución ascendente de la música había alcanzado la cima. Mientras el arte de la música tenía
delante de sí la perspectiva del progreso, los caminos que seguir llevaban todos la misma
dirección: avanzaban y ascendían. Pero al llegar a la cumbre, ya nada cabe —si se quiere
continuar, como es forzoso, pues estancarse es morir— más que descender o perderse en
sendas sin verdadera finalidad progresiva, o rehacer los caminos que ya fueron hollados
gloriosamente. Por eso vemos cómo en la última etapa de la historia del arte de la música han
aparecido gran diversidad de estilos y escuelas. Como reacción a la poderosa influencia
wagneriana, Debussy crea el estilo impresionista, fino y poético, pero mucho más débil que
aquel al que pretendía sustituir. Con él, la escuela moderna francesa cobra un prestigio y una
difusión enormes. Ravel, lleno de fama, sigue el mismo camino. Strawinsky, el sorprendente
compositor ruso, impresiona por la originalidad y los rasgos geniales de sus primeras obras.
Pero —otra prueba de la etapa decadente en que se encuentra la música moderna— su estilo
es de una desorientación constante, y sus obras son fragmentarias y carecen del aliento que
caracteriza las composiciones de la época romántica. Schoenberg crea el sistema atonal, o de
doce tonos, con la vana pretensión de abolir la jerarquía entre las notas, esto es, suponer que la
tónica deje de ser el centro de atracción dentro del tono, y que los demás grados dejen
igualmente de tener su significación y valor propios y relativos, con lo que las doce notas de
un tono del sistema temperado serían todas iguales, y desaparecería la organización tonal,
base única del efecto melódico y armónico sobre el espíritu del hombre.