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HISTORIA DE LA CIENCIA - El siglo XX
EL MUNDO DE LOS SERES VIVOS
MORGAN Y LA GENETICA MODERNA
Hacia 1910 ningún biólogo dudaba de que los cromosomas son los portadores del patrimonio
hereditario, y acordaban, con no menor unanimidad, considerarlos como desintegrables en
unidades separadas, en caracteres mendelianos. Ahora bien, el número de los cromosomas es
en general reducido, en cambio el de los caracteres es considerable. ¿Cómo alojar los factores
hereditarios, que ascienden a millares, en los cromosomas, que se cuentan por docenas?
THOMAS HUNT MORGAN (1866-1943), cuya obra tiene extraordinaria importancia en la
estructuración de la genética moderna, dio la respuesta. La mosca Drosophila, clásico
instrumento de las experiencias de Morgan, posee trescientos caracteres; en cambio su célula
germinativa no encierra más que cuatro cromosomas. Si los caracteres fueran transmisibles
unos con independencia de los otros, la teoría de los cromosomas se vería ante dificultades
insuperables. Empero, en la mayoría de los casos las disposiciones no se heredan separadas las
tinas de las otras, sino que se transmiten en grupos definidos, están acopladas. Con el número
de estos grupos coincide el de los cromosomas. Sin embargo, las experiencias de Morgan
pusieron en evidencia que la transmisión de caracteres vinculados en grupos indivisibles,
aunque sea el proceder normal, no siempre se produce con rigor. Los caracteres hereditarios
reunidos en el mismo cromosoma pueden separarse y distribuirse independientemente entre
los descendientes.
Cierta variedad de la Drosophila tiene cuerpo negro y es alicorta. Los sostenes de estos dos
caracteres residen en uno y determinado cromosoma. A pesar de ello, el cruzamiento de una
de estas moscas con otra de color y alas normales producirá en la segunda generación
individuos de cuatro tipos distintos: uno igual al abuelo normal, otro igual al abuelo anormal,
un tercero con alas normales, mas con el cuerpo negro, y el último con cuerpo normal, pero
alicorto. En una palabra, los caracteres ubicados en el mismo cromosoma se han separado; la
unidad del grupo quedó rota. Para localizar las propiedades transmisibles, el cromosoma solo
no basta, y es necesario suponer que encierra constituyentes dotados de cierta individualidad
y portadores de los caracteres particulares. Estos factores primordiales, verdaderos átomos
biológicos, son los genes.
Para explicar los resultados de estas experiencias, Morgan y su escuela admitieron que los
genes están dispuestos en series lineales sobre el cromosoma y que la posición de los genes
determina la separación y el intercambio de los caracteres vinculados. Morgan y sus alumnos
terminaron por trazar verdaderos mapas de los cromosomas de la Drosophila. Un número
muy grande de experiencias permitió en los últimos 25 años generalizar estos resultados y
aportó ulteriores pruebas experimentales a la hipótesis de Morgan. Hoy ya nadie duda de la
realidad de los genes. Sabemos dónde se encuentran, conocemos muchos de sus efectos; desde
1927 podemos actuar sobre ellos, provocando con la ayuda de los rayos X mutaciones
artificiales. Mas, todavía no podernos aislarlos; tal vez el microscopio electrónico, que permite
actualmente aumentos teóricos de 100.000 veces, ofrezca pronto a los genetistas el medio para
penetrar más profundamente en la estructura de los genes.