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HISTORIA DE LA CIENCIA - Importantes progresos en la Biología
SISTEMATIZACION DE LOS SERES VIVIENTES
El creciente número de las especies conocidas reclamaba una clasificación. El sueco CARL
LINNEO (1707-1778) ideó su célebre sistema, que asigna teóricamente un lugar a todos los
seres vivientes. Reúne las especies en géneros, los géneros en órdenes, y las órdenes en clases.
La generalización, basada en la agrupación que creara, no es, desde el punto de vista filosófico,
irreprochable; pero su utilidad no deja lugar a dudas. Para el reino vegetal adopta los órganos
reproductores de las plantas como principio de clasificación; en el reino animal separa de las
cuatro clases de vertebrados los animales desprovistos de espina dorsal, y agrupa, un poco
arbitrariamente, a estos últimos en dos clases: insectos y vermes. Con un valor que le honra,
colocó, en su Sistema de la Naturaleza (1735), al hombre —su Homo sapiens— juntamente con
los simios y lemúridos en el orden de los cuadrumanos. Quizá su mayor mérito sea de orden
lingüístico: inventó una nomenclatura binaria. Cada género está designado por una palabra
cada especie por otra; su feliz ocurrencia está en la base de la nomenclatura actual. Linneo
estaba firmemente convencido de la absoluta invariabilidad de las especies, cuyo número y
características no están sometidos a cambios en el curso de la historia. Tot species, quot creavit
infinitum Ens. Hay tantas especies cuantas creó el Eterno. Tal es, en resumidas cuentas, su
credo y profesión de fe científica.
El sagaz naturalista y brillante estilista francés GEORGES LOUIS LECLERC DE BUFFON
(1707-1788) compartió, aunque con mucha menor ortodoxia, la convicción fijista de Linneo,
que sólo adoptó, es verdad, después de largas dudas. Las nociones de género, orden y clase —
ejes del sistema de Linneo— no poseían a sus ojos la realidad que les atribuyera el naturalista
sueco. El análisis de los caracteres anatómicos no basta, según Buffon, para hacer de esas
categorías, que a menudo abarcan animales pertenecientes a zonas y climas muy distintos,
unidades naturales. Sin poner en duda la utilidad práctica de tales esquemas, Buffon
reconoció que "los géneros, los órdenes y las clases solamente existen en nuestra imaginación";
son, pues, construcciones de nuestro espíritu. Sólo la especie posee realidad en la naturaleza y
se conserva indefinidamente a través de las edades. Esta fe de Buffon en la inmutabilidad de
las especies está lejos, sin embargo, de tener la rigidez que Linneo le confiriera. Buffon admite
que a veces una especie puede cambiar de tipo, aunque guardando los rasgos esenciales de su
forma primitiva. Anticipándose a Darwin arriesgó —aunque para retractarse después— la
atrevida opinión de que el hombre y el mono, por una parte, el caballo y el asno, por otra,
descienden probablemente de antepasados comunes. Su monumental Histoire Naturelle, en 44
volúmenes, tanto obra de ciencia como de arte, hace de Buffon uno de los mejores
divulgadores científicos de todos los tiempos. Mas las investigaciones de este original
pensador no se detienen, a pesar de que les dedicó preferente atención, en dominios
estrictamente zoológicos.