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HISTORIA DE LA CIENCIA - Progresos en Biología
NACE LA QUIMICA ORGANICA
La exploración de las sustancias  complejas de los organismos vegetales
y animales apenas
había dado sus primeros pasos al comienzo del siglo pasado. En este vasto dominio, también
el genio de Lavoisier encontró la primera y básica verdad: mostró que en la formación de
sustancias orgánicas entran los mismos elementos que participan en las composiciones
inorgánicas: carbono, hidrógeno, oxígeno, nitrógeno, a los que se agregan en ciertos casos
azufre y fósforo. Para numerosas sustancias orgánicas Lavoisier ensayó determinar
cuantitativamente su composición, quemándolas en oxígeno y midiendo los productos de
combustión. Estos rudimentarios procedimientos de análisis fueron mejorados por Gay Lussac,
Thenard, Berzelius y sobre todo por JUSTUS LIEBIG (1803-1873), que dio al análisis orgánico
notable exactitud con métodos y medios que, en sus rasgos esenciales, se emplean todavía hoy.
Dos alemanes, Liebig y su amigo FRIEDRICK WOHLER (1800-1882), son los verdaderos
fundadores de la Química orgánica.
Desde siglos dominaba la creencia de que las sustancias características de los tejidos orgánicos
se formaban únicamente en el interior de los seres vivos en virtud de una misteriosa fuerza
vital. Hasta el gran Berzelius se convirtió, en su célebre tratado, en portavoz de esta doctrina.
Mas Wohler asestó en 1828 un duro golpe a la teoría, al mostrar que la urea se podía preparar
en el laboratorio por calentamiento del cianato de amonio. A esta primera síntesis de una
sustancia hasta entonces encontrada solamente en la materia viva, siguió la larga serie de los
productos naturales preparados artificialmente. En las investigaciones de este género
obtuvieron éxitos particularmente resonantes el francés MARCELIN BERTHELOT (1827-1907)
y el alemán EMIL FISCHER (1852-1919). En la actualidad, el número de los compuestos
orgánicos factibles de ser preparados en el laboratorio excede con creces al medio millón.
Liebig y Wohler desarrollaron la fecunda idea ya entrevista por Lavoisier y Berzelius, de que
algunos grupos de átomos —los radicales— forman, como si fueran verdaderos elementos, un
constituyente inmutable y se encuentran en una serie de compuestos. Llevar la multiplicidad
creciente de los compuestos a tales grupos invariables de átomos fue, desde entonces, una de
las tareas simplificadoras de la Química orgánica. Por otra parte, el descubrimiento imprevisto
de que muchos compuestos cuyas propiedades físicas y químicas son diferentes poseen la
misma composición, condujo a tentativas no menos fértiles para explicar el fenómeno —la
isomería— por la diferencia de la posición de los átomos en las moléculas de los cuerpos
isómeros. Las fórmulas empíricas donde sólo figuraba el número de átomos de los elementos
presentes en la molécula, ceden a fórmulas constitutivas que ponen en evidencia la disposición
de los átomos en el edificio molecular. Este sorprendente progreso es fruto de las
investigaciones de EDWARD FRANKLAND (1825-1899) y de AUGUST KEKULE (1829-1896).
Este último, que había estudiado arquitectura en su juventud, volvióse después un verdadero
arquitecto de la estructura molecular, y mostró cómo se podía expresar la constitución de los
compuestos más complejos representando las moléculas por cadenas abiertas o cerradas,
formadas por los átomos de carbono y los radicales a que están ligados: las fórmulas
constitutivas de Kekulé sólo acuden al plano para representar la distribución de los átomos en
la molécula; el holandés JACOBUS HENRICUS VAN'T HOFF (1852-1911) creó en 1874
modelos estereométricos. Cantidades de isómeros, demuestra Van't Hoff, se explican
inmediatamente por la agrupación de los átomos en el espacio. Estas representaciones
intuitivas, planimétricas y estereométricas permitieron prever las reacciones y prestaron
incalculables servicios a la Química orgánica.