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HISTORIA DE LA CIENCIA - Los griegos
LOS GRANDES ALEJANDRINOS
HIPARCO DE NICEA
Si bien los alejandrinos se adhirieron a la tesis geofixista, no adoptaron la posición central de
la Tierra y reconocieron las deficiencias del mecanismo impuesto por Eudoxio a los
movimientos celestes. En efecto, la manifiesta variación del brillo de algunos planetas sugirió
la suposición de una variación en sus distancias con respecto a la Tierra, y la desigualdad de
las estaciones convirtió en inverosímil una trayectoria circular —con nuestro planeta en el
centro— del Sol: evidentemente todos estos
hechos eran incompatibles con el sistema
eudoxiano de las esferas homocéntricas y determinaron a HIPARCO DE NICEA, mediados
del siglo II a. de C., a hacer recorrer a las dos grandes luminarias, Sol y Luna, círculos
excéntricos en torno de la Tierra, dando cuenta por tan simple proceder de la desigual
duración de las estaciones y de las variables distancias que separan de nosotros a estos
cuerpos celestes, fenómenos intraducibles en el sistema de Eudoxio. Calculó el mes lunar
medio en 29 días 12 horas, 44 minutos, 21/2 segundos, resultado que difiere en menos de 1
segundo del aceptado actualmente.
Hiparco es el más grande astrónomo de la antigüedad y uno de los mejores observadores del
cielo que la historia conoce. Descubrió la precesión de los equinoccios, es decir, del
desplazamiento de los plintos equinocciales —puntos comunes a la eclíptica y al ecuador
celeste— a lo largo de la eclíptica; desarrollando un procedimiento ideado por Aristarco,
midió la distancia y tamaño de la Luna; determinó la posición y el brillo relativo de casi mil
estrellas, creando el primer catálogo estelar; su escala de los brillos aparentes, que distingue
seis magnitudes, está en la base de la actual clasificación fotométrica de las estrellas. Inventor
de la trigonometría esférica, que centuplicó la potencia del cálculo, renovó la Matemática,
herramienta de la Astronomía, a la que dotó —por otra parte— de nuevos instrumentos.
Conocedor de la distancia y de los movimientos de la Luna y en posesión de una teoría mejor
que la de sus predecesores acerca ele la órbita solar, Hiparco pudo satisfacer la principal
exigencia práctica de la astronomía antigua: la predicción de eclipses, problema para el cual
los griegos, antes de Hiparco, no tenían mejor método a su disposición que el saros de los
babilonios. En una palabra, su obra —comparable a la de Copérnico— transformó todo el
sistema de la Astronomía. Se comprende el entusiasmo de Plinio, quien, refiriéndose, casi dos
siglos más tarde, a las teorías solares y lunares del gran nicense, escribe: "Hiparco predijo para
600 años el curso de los dos astros; el tiempo transcurrido ha testimoniado que no lo hubiera
hecho mejor si hubiese tomado parte en la decisión de los dioses".