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HISTORIA DE LA CIENCIA - Exitos del método galileano
TORRICELLI: EL BARÓMETRO
Entre
los discípulos directos del gran toscano se distingue EVANGELISTA TORRICELLI
(1608-1647), quien resolvió un importante problema que el maestro dejara planteado. Aunque
Galileo haya determinado el peso del aire, y no ignoraba que en los tubos de aspiración de las
bombas el agua no seguía al pistón más allá de 35 pies (casi 11 metros), no pensó en relacionar
ambos hechos y atribuir el segundo al peso del aire, es decir a la presión atmosférica. Su
adhesión a la doctrina griega del horror del vacío por la naturaleza —el horror vacui—,
impidió a su poderoso espíritu ver claro. Mas Torricelli rechazó la vieja hipótesis; convencido
de que la presión atmosférica es la que equilibra en los tubos la columna líquida, reemplaza,
en 1644, el agua por mercurio, 14 veces más pesado que ésta, y concluye que la atmósfera
debía equilibrarse con 35/14 pies, o sea, unos 76 centímetros de mercurio. Para verificar esta
suposición llenó un tubo de pequeña sección con mercurio, y sumergiéndolo por el extremo
abierto en una cubeta llena del mismo metal, vio, en efecto, que la columna descendía hasta
una altura de 76 centímetros, dejando por encima un vacío, el "vacío torriceliano", como se
llamó después. Muy pronto Torricelli comprobó que la altura de la columna presentaba, en un
lugar dado, variaciones: el principio del barómetro estaba, pues, descubierto.
En Francia, los experimentos de Torricelli despertaron el interés de BLAISE PASCAL (1623-
1662); al comparar la altura de una columna barométrica al pie y en la cumbre de una montaña,
comprobó que en el primer caso la altura barométrica era superior que en el segundo: hermosa
confirmación de que la presión atmosférica sostiene en el tubo del barómetro la columna de
mercurio. La experiencia refutó definitivamente la doctrina dos veces milenaria del horror
vacui, y llevó, por otra parte, a la idea de medir la altura de lugares con el barómetro (1648).
Otra importante contribución de Pascal a la Física es haber reconocido los extraordinarios
alcances de un descubrimiento del investigador flamenco SIMON STEVIN (1548-1620): la
conocida paradoja hidrostática, a la que supo dar forma espectacular: "Si un recipiente lleno de
agua y completamente cerrado tiene —escribe Pascal— dos aberturas, una de las cuales sea
cien veces mayor que la otra, al colocar en cada una un émbolo, un hombre que hunda el
émbolo menor igualará la fuerza de cien hombres que empujen al que es cien veces mayor, y
vencerá a noventa y nueve". La invención del barómetro y la paradoja stevino-pascaliana
representan sin duda el progreso más notable de la hidrostática desde los tiempos de
Arquímedes.