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HISTORIA DE LA CIENCIA - Exitos del método galileano
HARVEY: DESCUBRIMIENTO DE LA CIRCULACION DE LA SANGRE
La introducción del método galileano en las diferentes ramas de la investigación no se detiene
en las fronteras de la ciencia de lo inanimado; sus repercusiones fueron profundas en la
Biología, donde la aplicación de los principios mecánicos a los fenómenos de la vida condujo a
poner las bases de la Fisiología moderna. El más brillante de los progresos realizados en este
sentido es el descubrimiento de la circulación de la sangre.
Como todas las grandes innovaciones que chocan en el mundo de las ideas con hábitos
mentales inveterados, también este descubrimiento tuvo que ser por largo tiempo preparado.
A mediados del siglo XVI el italiano Realdo Colombo y el catalán Miguel Servet —quemado
por herético en la hoguera que encendieron fanáticos calvinistas— pusieron en evidencia la
existencia de invisibles pasajes a través del tabique del corazón y reconocieron que la sangre
iba del lado izquierdo al derecho por intermedio de los pulmones. Al hallazgo de esta
"pequeña circulación" un eminente discípulo de Colombo, el botánico Andrea Cisalpino,
agregó algunas indicaciones sobre una posible gran circulación. Estas investigaciones e
hipótesis fueron reunidas en una magnífica síntesis por el médico inglés WILLIAM HARVEY
(1578-1657), que estudiara en Padua el arte de Galeno.
Harvey observó que las válvulas de la vena impiden que la sangre marche en otro sentido que
no sea hacia el corazón, y procuró demostrar —a la manera de Galileo, matemáticamente— la
realidad de la circulación cerrada. Mide la capacidad del corazón y encuentra que la cantidad
de sangre empujada en el cuerpo por cada sístole es de 2 onzas. El corazón palpita 72 veces
por minuto, de modo que por hora arroja dentro del sistema 2 x 60 x 72 = 8.640 onzas, es decir,
el triple peso del cuerpo humano. ¿De dónde viene y a dónde va toda esa sangre? El alimento
es incapaz de suministrar tal cantidad de líquido sanguíneo; la conclusión se impone: la
sangre recorre siempre la misma ruta para volver a su punto de partida, continuando su
interminable circulación hasta la muerte. El pequeño tratado de Harvey Sobre el movimiento
del corazón y de la sangre, publicado en 1628, señala el fin del antiguo concepto estático del
organismo y el nacimiento de una nueva ciencia: la Fisiología. Una larga y tenaz lucha se inicia
contra la audaz teoría, a la cual faltaba en verdad una última y decisiva prueba, dada en 1661
por el italiano Marcello Malpighi. Este demostró que la sangre es impulsada de las arterias a
las venas a través de un sistema de microscópicos vasos capilares, y preparó así con su
descubrimiento el reconocimiento general de la teoría de Harvey.