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HISTORIA DE LA CIENCIA - La época newtoniana
ISAAC NEWTON
NATURALEZA COMPUESTA DE LA LUZ BLANCA
Llegamos al tercer descubrimiento cardinal de Newton. Con cuidados experimentos demostró
que la luz blanca, al atravesar un prisma, se dispersa en rayos coloreados, y que éstos, al pasar
por un segundo prisma, no se descomponen y son homogéneos. A la descomposición de la luz
blanca Newton hace seguir su composición: deja caer los rayos monocromáticos sobre un
prisma y comprueba que de nuevo pueden combinarse para reconstruir la luz blanca; ésta
resulta, pues, una mezcla de rayos coloreados que poseen diferentes grados de refrangibilidad,
desde el violeta —el más refrangible— hasta el rojo, que tiene el menor índice de refracción.
La banda de los colores prismáticos forma el espectro, cuya exploración debía conducir en la
segunda mitad del siglo XIX a tan trascendentales éxitos.
Newton consideró la luz como un flujo de proyectiles emitidos por el cuerpo luminoso. La
visión, supuso, se produciría por el choque de estas granizadas de proyectiles contra el ojo.
Con su hipótesis corpuscular ensayó explicar el hermoso fenómeno de los anillos coloreados
engendrados por láminas delgadas, llamados aún hoy anillos de Newton, e interpretó
igualmente, dentro de la hipótesis corpuscular, la refracción de la luz, admitiendo que las
partículas luminosas, al pasar de un ambiente poco denso (aire) a otro más denso (vidrio),
aumentan su velocidad debido a una atracción más fuerte. Esta conclusión se encuentra en
patente contradicción con la de Huygens, cuya teoría ondulatoria afirmaba una propagación
más lenta de la luz en sustancias densas. Sustentada por el enorme prestigio de Newton, su
teoría de la emisión prevaleció durante el siglo XVIII; pero debió ceder hacia mediados del
siglo XIX frente a la teoría ondulatoria, corroborada por la experiencia. En la actualidad, el
descubrimiento de nuevos fenómenos ha llevado —sin invalidar la teoría ondulatoria— a una
conciliación de las dos doctrinas opuestas, creando así las bases de una teoría semicorpuscular
de la luz.
Cuando Newton, en 1704, reunió sus investigaciones sobre la luz en la Optica, ya no era el
sencillo matemático de la Universidad de Cambridge, sino director de la "Moneda Inglesa".
Inglaterra confirió toda clase de honores a su preclaro hijo, pero la gloriosa época de sus
grandes descubrimientos pertenecía, desde el momento que dejara su cátedra, al pasado. Tuvo
una larga y feliz vejez. Fuera de su controversia con Leibniz, quien reclamaba la paternidad
del cálculo infinitesimal, nada turbó la quietud de sus últimos cinco lustros. Murió a la
patriarcal edad de 85 años. Su lápida, en la abadía de Westminster, incita con un patético
epígrafe a la posteridad: "Alégrense los mortales de que haya existido tal y tanto ornamento
del género humano".