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HISTORIA DE LA CIENCIA - Edad Media: decadencia del saber
LOS REFLEJOS DE LA CIENCIA ARABE
Mientras que en Europa sabios italianos, alemanes e ingleses discutían en doctos tratados
latinos problemas profundos acerca de si el centro de la Tierra es o no el asiento del diablo, de
si los ángeles tienen o no sexo, los árabes venían haciendo desde el siglo VIII un admirable
esfuerzo para apropiarse del saber griego, y aun para enriquecer ese precioso patrimonio. Los
califas abbasidas, con la eficaz protección que otorgaron a las ciencias, aceleraron este
importante proceso de asimilación. AL MAMUN, que reinó entre los años 813-833, reunió en
Bagdad una colección de obras griegas y creó una escuela de traductores. Los más hábiles
maestros de ésta eran los cristianos monofisitas (nestorianos), expulsados por heréticos de
Bizancio y establecidos en la Mesopotamia; conocedores a la vez del árabe, del arameo y del
griego, casi ignorado en Europa, los nestorianos fueron los principales mediadores entre la
vieja cultura helena y los jóvenes pueblos del Islam.
Por otra parte, los escritos griegos no fueron la única fuente que alimentó la ciencia árabe.
MOHAMED BEN MUSA ALKWARIZMI (hacia el año 820), autor de un importante tratado
matemático —Algeber u Almucabala— aprendió tanto de los hindúes como de los griegos. En
su obra, por primera vez, la Aritmética aparece en la forma que nos es familiar; emplea
nuestro sistema de numeración, expresando el valor de las cifras por su posición. En una
época en que en el Occidente cristiano no había probablemente cien personas que supieran
qué es una ecuación de segundo grado, Mohamed ben Musa indica el método para resolverlas.
Es uno de los primeros maestros del Algebra, cuyo nombre, por lo demás, deriva del título de
su obra.
Teóricos mediocres, pero eminentes observadores, los árabes se dedicaron con noble pasión a
la astronomía práctica. En Oriente y en Occidente, por todas las partes en donde los califas
asentaron el poder de su imperio, en Damasco, Bagdad, El Cairo, Toledo, Sevilla y Córdoba,
fundaron observatorios. Sus astrónomos registraron los equinoccios y fijaron, con mayor
exactitud que los griegos, la duración del año trópico, midieron la oblicuidad de la eclíptica,
determinaron posiciones estelares, establecieron los momentos de eclipses solares y lunares;
en una palabra, volvieron a tomar el estudio del cielo, descuidado desde la desaparición de la
ciencia alejandrina. El más célebre entre los astrónomos árabes, ALBATTANI, llamado
Albategnius por los latinos del Occidente, corrigió las tablas solares. ABUL WEFA (939-998),
descubrió la "variación" de la Luna, una notable irregularidad en el movimiento del satélite
que escapó a la observación de Tolomeo. Contemporáneo de Abul Wefa, AL SUFI compuso un
nuevo catálogo estelar; YBN YUNIS (979-1039) propuso el empleo del péndulo para la
medición del tiempo, adelantándose en 600 años a Galileo, padre, en la ciencia occidental, de
esta cardinal idea. AL-BITRUGI (hacia 1150) reconoció que las enigmáticas retrogradaciones
de los planetas son meras apariencias e introdujo notables modificaciones en el sistema de las
esferas aristotélicas.
Contemporáneo de Ibn Yunis, ALRAZEN DE BASORA (965-1038), es quizá la figura más
descollante que los árabes dieron a las ciencias. Enriqueció la óptica con investigaciones
experimentales que aventajan, tanto por la variedad de los fenómenos considerados como por
la certeza de sus conclusiones, las de Claudio Tolomeo, cuyos trabajos orientaron sus
investigaciones. Estudió la refracción que sufre el rayo luminoso al pasar por medios de
diferentes densidades; sin duda no llegó a formular la ley que descubriría en el siglo de
Descartes el holandés Snellius, pero observó en gran número de casos particulares la relación
de los ángulos formados por el rayo incidente y el refractado. Sus experimentos con lentes y
espejos esféricos le permitieron aproximarse a una teoría de esos instrumentos ópticos.
Examinó la refracción atmosférica y explicó el fenómeno del crepúsculo, cuya luz se extingue
cuando el Sol se encuentra, en un ángulo determinado, por debajo del horizonte. La óptica de
Alhazen sobrevivió a los siglos y no fue superada antes de Kepler.
Discípulos de los griegos en las ciencias físico-matemáticas, los árabes siguieron a esos
maestros también en el dominio de la Medicina. Los voluminosos tratados, imponentes por su
número y extensión, de RAZES (865-925) y de IBN BINA (980-1037) —Avicena para los
latinos— no agregaron importantes descubrimientos al acervo de los conocimientos
medicinales del pasado. El gran prestigio de Avicena reposa sobre su famoso Canon de la
Medicina, cuya influencia alcanzó algún tiempo la que tuvieran las obras de Galeno. Casi un
centenar de libros que escribió sobre todas las ramas del saber revelan la sorprendente
universalidad de su espíritu. Tanto Razes como Avicena se dedicaron también a
investigaciones alquimísticas.