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HISTORIA DE LA CIENCIA - Edad Media: decadencia del saber
En su crepúsculo, el siglo V asiste al dramático fin del Imperio de Occidente; con la invasión
de los bárbaros desciende sobre Europa la milenaria "noche medieval", la larga noche de
estancamiento y decadencia de todas las ramas del saber. Cuando Alejandría sucumbe ante los
musulmanes y el emperador Justiniano cierra, en el año 529, las antaño famosas escuelas de
Atenas, sólo Constantinopla custodia la preciosa herencia de la cultura antigua. Hasta la toma
de la ciudad, en 1453, por los turcos, y la consiguiente difusión por Occidente de manuscritos
y conocimientos griegos, el mundo queda sumido en densas sombras, cuya penumbra sólo es
surcada por la luz que enciende un pueblo extraño a Europa, los árabes.
Las cuatro centurias que siguen al fin del Imperio de Occidente y que preceden a la aparición
de los árabes en escena, son la época más estéril en la historia de las ciencias. Sobre la ruina de
las instituciones sociales y políticas del mundo romano se eleva poderosa la nueva
organización de la Iglesia; subordinados a sus finalidades, todos los esfuerzos intelectuales
convergen en su seno. En el concepto de los padres de la Iglesia —moralistas eminentes, pero
ignorantes en la ciencia como es hoy un niño de diez años— el mundo físico es el escabel de
Dios y sus fenómenos parecen menos dignos de estudio que los problemas teológicos, únicos
capaces de servir a la salvación de las almas.
El Universo de la Edad Media sólo tiene una extensión de algunos miles de kilómetros; su
pasado abarca algunos millares de años y su fin —una amenaza para los pecadores— está
muy cercano.
En ese pequeño mundo, destinado a pronta e inevitable destrucción, ¿qué sentido, qué
utilidad podrían tener las ciencias? La Astronomía se reducía a reglas para establecer el
calendario de la Iglesia, a algunos preceptos indispensables para los navegantes, o aun a una
quimérica doctrina acerca de las influencias astrales sobre los destinos humanos. Las
Matemáticas quedan dentro de los límites de las aritméticas elementales, seguidas de
especulaciones neoplatónicas sobre las propiedades místicas de los números. Algunas
definiciones de triángulos, cuadriláteros, círculos y sólidos constituyen todo el edificio, antaño
tan soberbio, de la Geometría. La Química se identifica con la búsqueda del oro alquímico o de
una panacea universal. La suma de los conocimientos biológicos consiste en algunos
fragmentos— la mayoría de las veces mal traducidos— de textos antiguos. Tal es la imagen
general del saber de la baja Edad Media que nos ofrecen, en el siglo VII Isidoro de Sevilla, en
el VIII, Beda el Venerable, y en los umbrales del IX, Alcuino, autores de enciclopedias
reputadas en su época.