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HISTORIA DE AMERICA - La revolución de la América española
PRIMERAS CAMPAÑAS MILITARES DE LA REVOLUCION ARGENTINA
Una de las primeras medidas de la junta fue el envío de cuerpos de ejército al interior. A este
efecto se resolvió el envío de tres contingentes: uno a la Banda Oriental, otro al Paraguay, otro
al Alto Perú. Pero la primera región, presiona. da desde la plaza fuerte de Montevideo, donde
gobernaba Elfo, se mantuvo hostil a Buenos Aires desechando una gestión de Paso, secretario
de la junta, y hasta llegó a bloquearla aprovechando la posesión de una escuadrilla, elemento
de guerra con que Buenos Aires no contaba. La expedición al Paraguay fracasó militar. mente:
el abogado Manuel Belgrano, miembro de la junta, estaba condenado a perder esta campaña si
los pueblos no se levantaban en masa, dada la cortedad de sus recursos bélicos, tanto en tropa
como en experiencia. Así ocurrió. Vencido definitivamente en Tacuarí, Belgrano pudo, sin
embargo, explicar al general Cabañas y a sus principales oficiales el sentido democrático y
libertador de la revolución de mayo. Poco después el Paraguay declaraba su propia
independencia del rey de España, y si bien no reconocía sujeción alguna con respecto a la junta
de Buenos Aires, la junta de Asunción la consideraba con espíritu fraterno. El doctor Gaspar
Rodríguez de Francia, que no tardó en ser el jefe de la situación, logró que el gobierno
paraguayo declarase su absoluta independencia hasta la concertación de un congreso general,
y suprimiese los impuestos que durante toda la época colonial habían pesado sobre el
comercio paraguayo a favor de Buenos Aires. Algo más tarde aisló completamente al
Paraguay de todo contacto con el resto de América del Sur. De cualquier modo, el gobierno de
Buenos Aires tuvo una frontera menos que atender.
En cuanto al Alto Perú, los gobiernos de la Revolución vieron fracasar tres expediciones. La
primera estuvo a las órdenes de Ortiz de Ocampo. Como representante de la junta iba
Hipólito Vieytes. Al llegar a Córdoba se encontraron con una conjuración
contrarrevolucionaria encabezada por el gobernador, el obispo y Liniers. Ocampo no se
atrevió a dar cumplimiento a las órdenes terminantes de la junta en el sentido de fusilar a los
rebeldes (cuyo movimiento tenía ramificaciones en Mendoza y la Banda Oriental) y envió a los
presos hacia la capital. La junta, presiona- da por Moreno, decidió reemplazar a Ocampo con
Balcarce, que era el segundo jefe, a Vieytes con Castelli, y encomendar a este último que
fusilara a todos los prisioneros en el sitio donde los encontrara. Este acto —del cual sólo se
salvó el obispo— fue una necesidad de la hora. Pueyrredón fue designado gobernador-
intendente de Córdoba. El ejército siguió hasta el Alto Perú, donde ganó la batalla de Suipacha
(27 de octubre), lo que prácticamente puso en manos de la junta las cuatro intendencias del
Alto Perú. Los generales Nieto y Córdoba, y el gobernador-intendente Paula Sanz, famoso
perseguidor de los indios, fueron fusilados. Pero las tropas criollas se anarquizaron en luchas
políticas internas y el ejército fue barrido por los realistas en el desastre de Huaquí (20 de junio
de 1811), a orillas del lago Titicaca. Viamonte salvó su columna y Pueyrredón (entonces en
Potosí) los caudales de la Casa de Moneda. Sin embargo, el ejército quedó destrozado. El
general Belgrano, que de regreso del Paraguay había tenido una fugaz intervención en la
Banda Oriental y ahora se hallaba como jefe de dos baterías sobre el río Paraná para evitar las
incursiones de la escuadrilla realista de Montevideo, fue el encargado de reorganizarlo. Poco
antes de ello había enarbolado por primera vez, a orillas del Paraná, la bandera de que era
autor y a la que, sin saber el desagrado de la junta, hizo luego lucir en Jujuy el 25 de mayo de
1812. La junta lo desautorizó, así como ordenó que se retirara con el ejército hasta Córdoba,
arrasando el territorio para quitar al invasor todo recurso. Al llegar a Tucumán la población
entera ofreció todos sus recursos para oponerse. Belgrano organizó una caballería gaucha, la
unió a sus soldados y obtuvo la gran victoria de Tucumán (24 de septiembre). Y el 13 de
febrero de 1813 hacía jurar su bandera a orillas del río Pasaje. Los realistas retrocedieron hacia
el Alto Perú. Belgrano los persiguió y volvió a vencer. los en la batalla de Salta (el día 20). Las
derrotas de Vilcapugio y Ayohuma impidieron consolidar esos triunfos.