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HISTORIA DE AMERICA - La revolución de la América española
EL CURA MORELOS Y LA JUNTA DE ZITACUARO
Todo el año 1811 se pasó en luchas enconadas. El nuevo insurgente principal fue José María
Morelos, cura como Hidalgo, pero con más dotes de mando. Aprovechando la experiencia de
su antecesor, desechó las vastas muchedumbres y prefirió un ejército pequeño pero bien
disciplinado y adiestrado. Otro rebelde, apellidado Rayón, a quien Hidalgo había dejado como
sucesor, creó la junta de gobierno de Zitácuaro, de la que entró a formar parte Morelos, para
unificar el movimiento. Mas Calleja ocupó Zitácuaro, fusilando a todo aquel que pudo tomar.
Morelos siguió resistiendo en el Sur y hasta llegó a ocupar a Acapulco. Calleja recibió el título
de virrey en reemplazo de Venegas, pero su autoridad sólo era respetada en la capital,
Veracruz, Puebla y alguna otra ciudad. Para obtener cierta unidad Morelos creó el Congreso
de Chilpancingo, pero algunos episodios militares desdichados ocasionaron la prisión y
fusilamiento de su segundo, Matamoros. Por fin, por proteger a los miembros del Congreso —
que había dictado la primera ley fundamental de la República, por la que se creaba un
triunvirato a cargo del poder ejecutivo— el propio Morelos fue apresado. Calleja lo hizo
trasladar a México, donde, lo mismo que a Hidalgo, se le degradó de su condición sacerdotal,
siendo luego fusilado por la espalda como traidor al rey. La muerte de Morelos y la disolución
del Congreso trajeron la anarquía al campo patriota. Calleja, acusado de lucrar con la guerra
fue substituido por Ruiz de Apodaca como virrey. Este llegó con un gran ejército, pero
recurrió a negociaciones y medidas pacíficas, tranquilizando casi completamente al país. Pero
la revolución no había muerto y pronto se reencendería su lumbre de violencia.
MINA, TORRES, GUERRERO
La revolución renació con Mina, un joven liberal español. En 1817 encabezó una expedición,
que organizó en Estados Unidos. Entró en el virreinato, llegando a establecerse en el fuerte del
Sombrero, a 18 leguas al norte de Guanajuato. Vencido allí, quiso apoderarse por sorpresa de
esta importante plaza, fracasando. Tomado prisionero, fue ejecutado.
La crueldad excesiva de la guerra recrudeció con el período en que el padre Torres estuvo a
cargo del mantenimiento del espíritu revolucionario. Por fin, no quedó en 1819 otro jefe
insurgente que Guerrero. La amnistía general decretada por España el 1° de enero de 1820
parecía traer aparejada la pacificación completa del antiguo virreinato.