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HISTORIA DE AMERICA - El período colonial
CARACTERISTICAS GENERALES DE LA COLONIZACION INGLESA
El régimen monopolista no es un atributo exclusivo de la colonización española, como lo
creyeron algunos apasionados enemigos de España. Por el contrario, el monopolismo es el
sistema dentro del cual, con variaciones de detalle, se rigieron las relaciones entre todas las
naciones europeas de entonces y sus respectivas colonias. Bastaría examinar el contenido de
las diversas Actas de Navegación dictadas por Inglaterra de 1660 a 1663, por ejemplo, para
advertir cómo se prohíbe en ellas todo comercio de sus colonias que no se efectúe en barcos
ingleses. De manera que desde ese punto de vista fundamental, no hay muchas diferencias
entre aquellas naciones.
De las trece colonias norteamericanas, solamente Georgia había sido creada con intervención
del Parlamento inglés; el resto era la obra personal de las mercedes otorgadas por los
Estuardos. Según sus respectivas cartas ereccionales esas colonias tenían reservadas a sus
asambleas populares muchas y grandes atribuciones; desde organizar ejércitos para su
defensa hasta dictarse sus propias leyes o fijarse sus impuestos. Esta última atribución es de
importancia esencial, según luego se verá. Después de la revolución de 1688 el Parlamento fue
adquiriendo importancia a expensas del declinante poder real, pese a algunas aisladas
reacciones de los monarcas. Por ello no debe extrañar que en 1720 Jorge I hiciera presente al
gobernador de Massachussets, para que lo comunicara a los habitantes de dicha colonia, que
en caso de mal comportamiento "la atención del Parlamento se vería atraída sobre sus actos".
Desde entonces la intromisión del Parlamento fue en aumento.
Desde otro punto de vista, debe recordarse que la inmensa mayoría de los pobladores de tales
colonias (o sus antepasados) habían abandonado Inglaterra por razones confesionales,
buscando en América un refugio para su libertad de conciencia amenazada. De ahí —pese a la
intolerancia puritana— una noción muy generalizada de los derechos inalienables del
individuo, de su libertad de razonar, de discutir y de hacer, en tanto se mantuviese en el
terreno de lo honesto y de lo lícito. Y el deseo de hacer, de estas lejanas tierras de América, el
refugio de las libertades perdidas en Inglaterra. Además, la falta de mestización contribuyó a
conservar en los angloamericanos el tipo racial sajón.
No era únicamente España la que enviaba a sus tierras ultramarinas funcionarios venales e
ineptos. Lo propio hacía Inglaterra; en una y otra parte las querellas de jurisdicción (que hoy
nos parecen pueriles) ocupaban el tiempo de los altos empleados del gobierno y de las propias
instituciones. Virginia había visto anuladas sus leyes de represión de la esclavitud por motivos
puramente de lucro. La ganancia continuó, pero sobre la base del descrédito de la metrópoli y
de sus cínicos políticos. Ciertos altos miembros de la iglesia nacional de Inglaterra querían
imponer oficialmente el anglicanismo, con la exclusión de todo otro culto, en las colonias. Este
propósito, tan contrario a la historia y a la razón misma de ser de esas colonias, reagravó el
conflicto, haciendo odiosa la tentativa. Las nuevas Actas de Navegación hicieron mayor el
aislamiento comercial; los oficiales y los soldados coloniales fueron humillados, sin necesidad
y sin razón, al participar en las luchas coloniales, por sus propios camaradas de armas del
ejército inglés europeo. Por último, una de las causas que más influyeron en preparar el
ambiente popular para la futura segregación de las colonias, fue su reciente triunfo en la
contienda contra las francesas del Canadá, que terminó con la anexión de éstas. Poco antes de
la guerra, ya Franklin había propuesto el llamado "plan de Albany". Ahora, libres del temor de
una agresión de Francia y conscientes de sus propias fuerzas, las colonias inglesas comenzaron
a pensar adónde les llevaría ese prodigioso crecimiento de su propia personalidad. Esta
circunstancia determinó una creciente cohesión interna entre aquellas trece colonias hasta
entonces separadas y, a ratos, hostiles entre sí.
Como consecuencia de toda esta serie de circunstancias las colonias establecieron lazos cada
vez más estrechos, dejando de ser, poco a poco, el conjunto desunido y anárquico de
establecimientos paralelos, para comenzar a tener conciencia de sus intereses y necesidades
solidarios. Del rosario de antiguas colonias estaba a punto de surgir la nación. El momento de
la unificación y del surgimiento de la nacionalidad había llegado.