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HISTORIA DE AMERICA - México desde 1830 en adelante
EL SANTANNISMO
Por ese entonces es presidente Guerrero, que lucha contra la última expedición española de
Barradas (1829), asciende a la presidencia y es fusilado en 1831. Después, la historia política de
1832 a 1855 es la historia de las revoluciones y las presidencias de Santa Anna. El educador
liberal Gómez Farías había resuelto la secularización de los bienes eclesiásticos, pero Santa
Anna detiene la secularización. Su plataforma política es prácticamente inexistente. Primero
defiende al federalismo; después lo ataca. Como presidente de México realiza la expedición
contra Texas, que ya conocemos, y cae prisionero por su precipitación e inexperiencia.
Fomenta los odios.
En 1838 hay una tentativa de intervención de Francia para el cobro compulsivo de unas
deudas. Media una escuadra inglesa y los ofrecimientos de la Unión. El asunto se arregla:
México paga 600.000 pesos. En 1845 Santa Anna es tomado prisionero, acusado de traición y
desterrado. En 1846 sobreviene la guerra con Estados Unidos. Otra revolución repone a Santa
Anna. Gómez Farías decreta embargos de bienes del clero por 15 millones de pesos, que Santa
Anna aumenta a 20, pero transa recibiendo 2 millones al contado, separando a Gómez Farías y
volviendo a paralizar las confiscaciones de los bienes eclesiásticos. En 1847 Yucatán intenta
separarse sin conseguirlo. En 1853 Santa Anna vuelve al poder por undécima vez, apoyado
por la reacción conservadora. El país está deshecho. Para sobrevivir financieramente, vende a
Estados Unidos el territorio de La Mesilla en 10 millones de pesos. En 1855 Santa Anna vuelve
a ser desterrado. Esta vez es definitivamente.
Entre tanto el campesinado sufría una existencia bárbara e inhumana. La minería rendía la
mitad del período anterior. Casi todos los recursos los consumía el ejército. En 1830 el
presupuesto anual era de 22 millones, de los cuales 17 eran para el ejército y más de medio
millón para el clero. El déficit anual era de 8 millones. En 1830 la deuda exterior ascendía a 32
millones; en 1852, a 52 millones (más una deuda interna de 76). El comercio estaba en manos
de extranjeros. La sociedad estaba mezclada, después de tantas revoluciones y mando militar.
La omnipotencia presidencial decretaba ascensos y caídas vertiginosas. El ambiente palaciego
era irrespirable de adulonería. La oposición implacable se manifestaba en el teatro político y el
periodismo agresivo. Había un gusto innato por el coraje y por la sangre.