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HISTORIA DE AMERICA - México desde 1830 en adelante
EL PORFIRISMO
Desde entonces Juárez siguió en la primera magistratura. En 1871 se aprestó a ser reelecto.
Pero Porfirio Díaz se insurreccionó en La Noria. Una vez triunfante, pensaba descartar a sus
posibles rivales, pero su pronunciamiento no cundió y Lerdo de Tejada ocupó la presidencia.
Sin embargo volvió a sublevarse en 1876 cuando Lerdo dispuso quedarse pese a haber vencido
su período de gobierno. Un nuevo documento puntualizó la farsa democrática, el despilfarro y
la traición a los intereses de la patria. Esta vez se luchó largamente. Por fin, Díaz venció y
alcanzó la presidencia. Llegó hasta aprobar las medidas liberales que Lerdo había implantado
en 1873; mas de 1877 en adelante afirmó cada vez más su definido personalismo. Al ir a
terminar su período no pretendió una reelección. Impuso a su amigo el general Manuel
González, pero una vez terminado este mandato recuperó la presidencia, en 1884. En 1892 se
reformó la constitución, instituyéndose la reelección indefinida. Desde 1904 los períodos se
ampliaron de cuatro a seis años. La precaución parecía innecesaria pues —salvo los
cuartelazos aislados que hasta 1885 habían matizado sus reelecciones— nadie desde entonces
osaba rebelarse contra el dictador.
De esta manera Porfirio Díaz gobernó treinta años con mano férrea a su país bravío. El partido
católico le dio apoyo. Sin embargo, muchos liberales terminaron por acompañarle y con ellos
se realizó una interesante reforma educativa que terminó con la reimplantación de la
Universidad de México. Practicó magistralmente la captación de los políticos descontentos de
todos los bandos y acogió, por igual, a los militares resentidos de todas las revoluciones, sin
exceptuar ni a los "afrancesados" del fugaz período imperial. De esta manera, al derrumbarse,
no existía un solo partido orgánico en el que poder confiar. Y tampoco las finanzas quedaban
demasiado bien, pese a la larga paz, por el sistema de empréstitos con el que vivía la hacienda
mexicana y la baja del valor de la plata. Por ello la penetración económica norteamericana
prosiguió durante su período, merced a los acuerdos de reciprocidad para introducir
productos y a los permisos ferroviarios para unir las líneas de ambos países. Para 1909 había
60.000 norteamericanos y un capital invertido de 1.000 millones de dólares. Menos cordiales
fueron sus relaciones con Guatemala y demás países de Centroamérica, por cuestiones de
limites y por la oposición de Díaz a la proyectada unión en un haz de las cinco repúblicas. En
los últimos años su apoyo al presidente de Nicaragua, Santos Zelaya, y otros actos similares,
disgustaron a Estados Unidos.