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HISTORIA DE AMERICA - La Conquista
PEDRO LA GASCA Y LA PACIFICACIÓN DEL PERU
Pero ésa era una victoria a lo Pirro. El triunfador temía la cólera del rey. Carvajal le aconsejó
crear un nuevo estado, casándose con una colla para legitimar la dominación. Pero Pizarro no
tenía sus agallas y se contentó con tratar de justificarse. El simple proyecto no obstante,
demuestra que la Corona debía de proceder con tiento y así lo hizo, en efecto, encontrando al
hombre para la función. El anciano eclesiástico La Gasca parecía, al pronto, el hombre menos
indicado para triunfar sobre aquel océano de pasiones desatadas, pero el Consejo de Indias
confiaba en su ya demostrada pericia. Con muy suaves modos, e invocando al rey, se ganó a la
guarnición de Nombre de Dios y luego, en Panamá, al jefe de las naves de Pizarro. Estas
embarcaciones repartieron por la costa peruana la noticia de la llegada del comisionado y de
sus apacibles maneras. Estas contrastaban con los tiránicos procedimientos de Carvajal, tanto
como la eclesiástica condición de La Gasca estaba en contraposición con el ateísmo de su
oponente. El perdón, anunciado por La Gasca, y la revocación de las ordenanzas inclinaron la
balanza a su favor, pero la batalla de Huarinas, cerca del lago Titicaca, en que Carvajal
aniquiló a las gentes de Centeno, restableció momentáneamente el equilibrio.
Sin embargo, cada día que pasaba se hacía más evidente el vuelco en favor de La Gasca. Este
desembarcó en Tumbez y avanzó hacia Lima en una verdadera marcha triunfal. Jauja y Lima
le brindaron gruesos contingentes. Benalcázar y Pedro de Valdivia lo apoyaron, en tanto que
Pizarro, satisfecho del triunfo de Huarinas, permanecía descuidado en el Cuzco. La batalla se
libró en Xaquixahua, a las puertas de la capital. El ejército de Pizarro se pasó casi en masa al
vencedor. Pizarro y Carvajal fueron hechos prisioneros. El primero fue decapitado al día
siguiente. El segundo, ahorcado, se negó a recibir los auxilios de la religión, muriendo como
había vivido. La Gasca, por su parte, permaneció únicamente dos años en el gobierno. En
enero de 1550, alcanzado totalmente su objeto, regresó a España. La Corona le hizo,
sucesivamente, obispo de Palencia y de Sigüenza. Nuevas altas empresas, al servicio del rey,
reclamaron sus servicios, hasta que expiró, a fines de 1567, en Valladolid.