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HISTORIA DE AMERICA - La Conquista
Mientras tanto, nuevos viajes de descubrimiento y conquista venían efectuándose en el Caribe.
En 1513 Ponce de León, en busca de la fuente de Juvencia recorrió las islas del archipiélago de
las Bahamas y descubrió la península de la Florida. Premiado por el rey con el título de
gobernador de Puerto Rico, Ponce de León retornó en 1521 a la Florida. Un certero flechazo
indígena, en una emboscada, le dio apenas tiempo de llegar a Cuba, donde murió.
Desde la misma Cuba, el cordobés Francisco Hernández salió en 1517, rumbo a las Lucayas, en
busca de esclavos. Los vientos le llevaron a la península del Yucatán, donde halló rastros de
una civilización indígena mucho más avanzada de cuantas habían conocido hasta entonces los
españoles: pueblos canoeros, con vestidos de algodón fino, casas de piedra y extensos
sembrados. Pero, herido, volvió a Cuba, a morir.
Vivió, no obstante, lo suficiente como para confiar a Velázquez lo que había visto. Esos datos
fueron ratificados por otros de los tripulantes, lo que decidió al gobernador a preparar una
escuadrilla de reconocimiento, que fue puesta al mando de Juan de Grijalva. Con ella Grijalva
descubrió la isla de Cozumel, el río Tabasco, la pequeña islita que denominó de los Sacrificios
por los que se hacían allí en un teocalli, y, finalmente, la isla de San Juan de Ulúa. Seis meses
de exploración convencieron a Grijalva de la imposibilidad de hacer nada permanente con las
escasas fuerzas de que disponía, por lo que retornó a Cuba. Velázquez comprendió la tras-
tendencia de estos contactos y se decidió a preparar una expedición en regla.
Para comandarla creyó hallar su hombre en Hernán Cortés, extremeño nacido en Medellín,
quien después de haber estudiado leyes en Salamanca había abandonado el derecho por las
armas, actuado en las guerras de Italia y llegado a América en 1504. Después de ser
encomendero en la Española y de tentar otras empresas, recibió el encargo de marchar a
México. Era la ocasión por él esperada. Puso tanto empeño en las medidas organizadoras, que
el desconfiado Velázquez comprendió, aunque tardíamente, su temple extraordinario y
resolvió quitarle el mando de la flotilla de seis naves que Cortés había preparado. Conocido es
el episodio por el cual éste burló a su gobernador y salió del puerto de Santiago con sus
embarcaciones y tropas. El hecho muestra, ya, el raro influjo que desde entonces tuvo siempre
Cortés sobre los hombres a su mando. Completó la tripulación de sus 11 naves en Trinidad —
pese a los requerimientos de Velázquez—, encaminándose a Cozumel. Contaba con 110
marineros y 553 soldados, de los que 16 tenían caballos, 45 armas de fuego y el resto picas y
espadas. Con tan cortos elementos se iba a enfrentar con la enorme confederación azteca.