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HISTORIA DE AMERICA - La Conquista
CORTES, NARVAEZ Y ALVARADO
En vez de la ayuda de España, llegó a México Pánfilo de Narváez, enviado por Velázquez con
18 barcos, 800 infantes y 1000 indios auxiliares, para reducir a Cortés a la obediencia. El
enviado resultó más arrogante que apto para la difícil misión. En San Juan de Ulúa, Gonzalo
de Sandoval, capitán de Cortés, tomó presos a sus negociadores y los remitió a México. Cortés,
con fino tacto político, les puso en libertad mostrándoles la holgada condición de sus tropas, la
abundancia de su botín de guerra y el respeto y cariño que le tenían sus soldados. El padre
Olmedo, capellán de Cortés, completó en el campamento de Narváez y Sandoval la labor de
seducción y desmoralizamiento de sus tropas. Cuando al fin, convencido Narváez del ningún
resultado a su favor de las negociaciones, se decidió por el camino de las armas, los soldados
de Cortés, más aguerridos y entrenados, vencieron en Cempoalla. Narváez mismo fue herido
y su tropa ofreció sólo un simulacro de resistencia. A la postre, después de la escaramuza,
todos se pasaron a las filas del conquistador, quien reunió así un ejército de más de 1000
españoles.
Pero en este momento en que le sonreía el triunfo, malas noticias llegaban de México. Pedro de
Alvarado, que había quedado al frente de la reducida guarnición española, era intrépido pero
cruel y sanguinario. En vez de dominar al pueblo por la habilidad recurrió a la violencia,
haciendo una matanza popular en un día de fiesta solemne. Esto significó la guerra. Cortés
contó una vez más con el auxilio de los tlascaltecas. Al frente de 1200 españoles y casi 8000
indios auxiliares regresó a México. En los últimos días de junio de 1520 estaba dentro de la
ciudad, virtualmente prisionero en ella.
Entonces se apeló a Moctezuma. Este apareció en lo alto del real español, se declaró libre ante
la multitud y ordenó dejar un camino expedito para que los extranjeros se retiraran. Su
palabra conciliatoria no fue oída. Gritos y proyectiles le respondieron. Herido de tres flechazos
fue recogido, mientras la multitud huía. El "jefe de los bravos" no quiso sobrevivir a la
humillación sufrida. Tanto su muerte como- el estado desesperado de la defensa imponían
una solución desesperada; la retirada de México, pese a algunos éxitos parciales como la toma
del gran templo verificada personalmente por Cortés, con Sandoval y Alvarado.
Dada la configuración de la ciudad, la huida sólo podía efectuarse aprovechando la noche. Así
lo intentó Cortés en la noche del 10 de julio, tomando por la calzada de Tacuba. Descubiertos a
mitad de su trayecto, los españoles sufrieron grandes pérdidas: su artillería, sus bagajes, la
mitad de su ejército español y más de 1200 indios auxiliares. Esos fueron los resultados de "la
Noche Triste". Finalmente, en Otumba, los indios ofrecieron batalla campal y fueron vencidos,
pese a su enorme número. Al día siguiente, es decir, el 11 de julio, el ejército castellano entraba
triunfalmente en Tlascala.