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HISTORIA DE AMERICA - Chile, de O'Higgins al presente
DE BALMACEDA A LA ALIANZA LIBERAL
La presidencia de Balmaceda (1886) halló al país en un estado de extraordinaria prosperidad
económica, como consecuencia de la intensa explotación de las nuevas regiones mineras
adquiridas. Ello permitió construir más de 1.000 kilómetros de ferrocarriles, toda clase de
obras públicas, continuándose con el amplio fomento de la enseñanza, especialmente con la
creación de la Escuela Normal de Maestros, el Internado Nacional y los primeros liceos de
niñas. Al final Balmaceda quiso perpetuarse en el mando: organizó un gabinete que le
respondía personalmente y cerró el Congreso. El 19 de enero de 1891 proclamó la dictadura.
Los buques de la armada, respondiendo al Congreso, se dirigieron a aguas del Norte y
desconocieron al presidente, apoderándose de Iquique y luego de todo Tarapacá y
Antofagasta. En Santiago mismo hubo agitación. Las crueldades de Balmaceda predispusieron
a la mayoría del país en su contra. Las batallas de Concón y Platilla, ganadas por la revolución,
determinaron la caída de Balmaceda a fines de agosto y su suicidio en septiembre.
Los revolucionarios llevaron a la presidencia a Jorge Montt, con quien se consolidó el régimen
parlamentario. El voto acumulativo, sancionado por la ley electoral de 1890, sirvió para
numerosas maniobras y el Parlamento estuvo en manos de los poderosos del dinero. El
régimen del papel moneda y las ganancias del salitre dieron lugar a negocios escandalosos; la
empleomanía y la politiquería imperaron sin trabas. En 1896 el predominio parlamentario se
intensificó al decidir la contienda electoral. El nuevo presidente, Errázuriz Echaurren, permitió
la quiebra del patrón oro. La oligarquía santiaguina gobernó desde su presidencia (abreviada
por la muerte) y la muy movida de su sucesor (primo hermano y cuñado) Germán Riesco. La
situación con la Argentina volvió a ser tirante. Pedro Montt, presidente en 1906, murió pronto,
así como su vice, llegando al gobierno Figueroa Larrain, el ministro más antiguo. Comenzaban
para entonces a exteriorizarse los primeros problemas del trabajo. El soporífero gobierno de
Barros Luco no pudo resolverlos. Tampoco podía hacerlo su sucesor, Sanfuentes,
representante de los grupos de la oligarquía adinerada. Entre tanto se iba formando una clase
medía liberal, culta y dinámica, que iba a reclamar pronto su entrada en la política. Las
elecciones para renovación parlamentaria de 1918, fueron la prueba de la popularidad de esta
nueva fuerza —la Alianza Liberal— integrada por los renovadores. Pero el gobierno volvió al
uso de las facultades extraordinarias, salvándole la prosperidad financiera que la primera
guerra mundial determinaba.