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HISTORIA DE AMERICA - La América indígena
LOS CHIBCHAS
La civilización chibcha se extendía sobre el territorio de la actual Colombia, proyectando su
influencia, según algunos autores, por el Norte hasta Centroamérica, por el Sur al Ecuador y
por el Este hasta Santarem, al borde del Amazonas, y aun hasta la isla de Marajó, en la
desembocadura de este enorme río en el Atlántico. Sin embargo, su centro incuestionable era
la meseta de Batacá —actualmente de Bogotá— y algunos valles vecinos: un total de unas 600
leguas cuadradas con algo más de un millón de habitantes.
Tampoco entre ellos existió un imperio. Estos pueblos, a la época de la llegada de los
españoles, estaban divididos en cinco estados, que recibían los nombres de Guanenta,
Sogamoso, Tundama, Tunja y Bogotá. El soberano de este último estado —el zipa—
controlaba, por ese entonces, los 2/5 de Colombia. Este soberano era, además, el jefe de la
religión, revistiendo un carácter sagrado. La herencia se verificaba no por la vía de los hijos
sino de los sobrinos maternos. El rey que le seguía en poder era el zaque, o hunsa. Sólo un
gobernante era electivo, el sogamuxi, que presidía los destinos de Sogamoso.
La religión, común para todos los chibchas, se basa en la existencia de un Creador,
Chuminigagua, de quien casi lo único que se conoce es el nombre. También hubo un héroe
civilizador, Bochica, a quien se atribuyen la enseñanza de la agricultura, la formación de las
ciudades y el invento de las artes útiles. El culto era complicado. El propio caudillo —zipa o
zaque— era el jefe de la religión. Los sacerdotes —o xeques— verificaban los sacrificios
rituales y presidían las ceremonias. Adivinos y brujos eran muy numerosos. Otro grupo
importante era el de los guerreros —los guechas— que llevaban la cabeza rapada y usaban un
aro de oro, pequeño, por cada adversario que habían muerto en el campo de batalla. Los
principales caciques y guerreros eran enterrados, en cámaras sepulcrales, acompañados de
objetos de oro y plata y con los vientres, órbitas, orejas y fosas nasales cerrados por medio de
esmeraldas y de laminillas de oro.
Los chibchas estaban rodeados por pueblos muy guerreros como los panches y los muzos. Por
ello tenían un ejército fuerte. Los jefes iban al combate con sus mejores galas. Usaban espías
para asegurarse de los movimientos previos al combate; la deserción era castigada con la
muerte y la cobardía con obligar a vestir ropas de mujer y ocuparse de las funciones
domésticas propias de ellas.
La metalurgia chibcha es tan perfecta que hasta llegaron a producir un bronce colorado, o
tumbaga, tomado por los españoles por oro. La orfebrería regional no le va en zaga. La
cerámica y los tejidos de algodón son igualmente de muy buena calidad. A diferencia de los
aztecas, la enseñanza estaba limitada a la clase aristocrática, en razón, posiblemente, de su
estructura social.