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HISTORIA CONTEMPORANEA – La segunda posguerra
LA ORDENACION DE EUROPA
La fuerza de la Unión Soviética provenía no solamente de su calidad de primera potencia y del
prestigio ganado durante la guerra, sino también de la situación de hegemonía que sobre
algunos países había logrado poco a poco por intermedio de los partidos comunistas que
funcionaban en ellos y adquirían el control del poder para ejercerlo de acuerdo con las
directivas de Moscú. Esta situación se puso de manifiesto rápidamente en algunos países,
especialmente en Polonia, Yugoslavia y Bulgaria, donde el panorama estaba definidamente
dibujado ya en 1946.
Compartida con Alemania a raíz del tratado germanorruso, Polonia fue ocupada luego por la
Unión Soviética al producirse el avance de sus ejércitos hacia el Oeste, y muy pronto
adquirieron inequívoca hegemonía en Varsovia los sectores filocomunistas, en tanto que los
elementos conservadores y centristas, apoyados por Inglaterra, eran separados violentamente
del poder. Una situación semejante se dio en Bulgaria, en tanto que en Yugoslavia se había
impuesto finalmente el mariscal Tito con sus guerrilleros, de filiación comunista, y su gobierno
había sido prácticamente reconocido por los aliados, que desoyeron las reclamaciones del rey
Pedro.
No logró la Unión Soviética modificar la situación de los países escandinavos y de Dinamarca,
que volvieron a los regímenes de anteguerra, casi todos de sentido democrático avanzado, aun
cuando se anexó Estonia, Letonia y Lituania. Por su parte, ni la UN ni los países del bloque
anglosajón lograron modificar el régimen del general Franco en España, que, finalmente, llegó
a un acuerdo con los Estados Unidos para el establecimiento de bases militares. Orientación
centrista tuvieron los gobiernos que surgieron en Italia y Francia. Predominaron en ambos
países los partidos de tendencia socialcristiana, y fueron los que inspiraron las constituciones
con que se ordenaron esas naciones, bajo la inspiración de De Gasperi en Italia y De Gaulle en
Francia, a quien sucedió luego Bidault en la orientación del partido que lo había apoyado, el
EMRP. Llenos de dificultades por las condiciones económicas, ambos regímenes recibieron
ayuda de los Estados Unidos y pudieron afirmar el nuevo orden constitucional hasta salvar las
primeras y difíciles etapas de la posguerra.
La coalición presidida por De Gasperi logró mantenerse en el poder en Italia, en tanto que en
Francia el EMRP sufrió una grave crisis; separado De Gaulle, formó un nuevo partido llamado
Reunión del Pueblo Francés, de modo que la balanza del poder se modificó, sucediéndose
entonces en el gobierno socialistas y conservadores. En 1954, y a causa de las dificultades
derivadas de la guerra en Indochina, volvió al poder el viejo partido radical-socialista,
representado por Mendes France, que ocupó el cargo de primer ministro y puso fin en la
Conferencia de Ginebra a aquel conflicto colonial. En Italia, el partido demócrata cristiano
perdió la mayoría a mediados de 1953 y debió gobernar en adelante mediante coaliciones.
Pero la más notable novedad de esos
años en el ámbito europeo fue la transformación de
Inglaterra como consecuencia del triunfo del partido laborista y su acceso al poder. A pesar del
prestigio alcanzado por Churchill durante a guerra, las elecciones de julio de 1945 dieron el
triunfo a sus adversarios, y el partido laborista intentó realizar su programa económico y
social. El nuevo gabinete, presidido por Attlee inició una labor de sentido socialista.
Conducida esta política con probidad y conocimiento de los mecanismos económicos, Gran
Bretaña fue durante los primeros años de la posguerra un modelo de organización. Se
nacionalizó el Banco de Inglaterra, a lo que siguió la nacionalización de las minas de carbón.
Un acrecentamiento considerable del impuesto a las rentas gravó las grandes fortunas, en
tanto que se mejoraban los servicios sociales. Gran Bretaña no vaciló en devaluar la libra
esterlina ni en establecer su inconvertibilidad. El ejercicio del poder y la severidad de su
política —ajena a concesiones demagógicas— provocaron cierta disminución del caudal
político del laborismo en las elecciones de febrero de 1950; realizada finalmente una consulta
de la opinión pública, los conservadores triunfaron en las elecciones de 1951, y Winston
Churchill fue llamado nuevamente al poder. El punto principal del programa conservador era
la desnacionalización de algunas empresas nacionalizadas por los laboristas, que empezó a
hacerse efectiva, aunque sin extremar la situación. Acentuada la recuperación económica,
Inglaterra procuro desarrollar su comercio exterior y recuperar sus mercados. En política
externa, el gobierno de Churchill acentuó la solidaridad con los Estados Unidos,
entrevistándose en varias ocasiones el jefe del gobierno con los presidentes Truman y
Eisenhower. Sólo la política que se hubiera de seguir frente a China comunista los distanció en
alguna medida, sin llegar por eso a quebrarse la acción común en el orden internacional.
En este terreno, el problema fundamental era la defensa de los países democráticos frente a la
Unión Soviética. Para asegurar aquélla, se constituyó en 1949 la Organización del Tratado del
Atlántico Norte (NATO), alianza militar destinada a organizar el ejército común de los países
signatarios. En el orden económico se constituyó en 1951 la comisión del "Plan del acero y el
carbón europeos", para orientar la explotación armónica de esos productos en Francia, Italia,
Alemania Occidental, Luxemburgo, Holanda y Bélgica. Estos mismos países convinieron en
1952 en constituir una alianza política —la Comunidad de Defensa Europea—, a la que
finalmente han prestado asentimiento definitivo los últimos cuatro países nombrados. La
adhesión de Francia e Italia a la CDE constituye uno de los graves problemas internacionales
del momento.