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HISTORIA CONTEMPORANEA – La segunda posguerra
EL ESTADO DE ISRAEL
La situación europea se puede definir, pues, durante los años transcurridos desde la
terminación de la guerra, como una serie de movimientos de ajedrez, sin que se haya
modificado fundamentalmente la situación real. En Asia, en cambio, resulta asombrosa la
cantidad de acontecimientos importantes que se han producido.
En el Cercano Oriente, una transformación sustancial se produjo en Palestina, donde el viejo
sueño sionista se convirtió en realidad. A los intentos y gestiones de la Agencia Judía frente a
los gobiernos aliados, habían respondido los árabes con enérgicas reclamaciones y airados
gestos que revelaban su decisión de oponerse a la creación de un Estado israelita. Pero bien
pronto la actitud de los Estados Unidos reveló que la iniciativa sionista estaba suficientemente
apoyada y los grupos judíos de acción —la Haganah, el Irgun Zwai Leumi y el grupo Stern—
emprendieron una intensa labor de agitación cuyo episodio culminante fue en 1946 el atentado
contra el hotel Rey David de Jerusalén, que dejó un saldo de muchas víctimas y suscitó, junto a
la enérgica represión del comisionado británico, contra quien iba dirigido, una nueva ola de
atentados.
El gobierno de Gran Bretaña proyectó diversas soluciones transaccionales, pero ninguna
satisfizo a árabes y judíos. Finalmente, decidió transferir la solución a la UN, de cuyo seno se
desprendió una comisión que debía estudiarlo y proponer una solución para dividir Palestina
entre los fieles de las dos religiones. El proyecto fue aprobado por la Asamblea de la UN en
1947 y provocó una intensa agitación entre los árabes, en cuyo perjuicio se hacía.
Para oponerse a esos intentos, los estados árabes habían constituido una liga cuya carta fue
suscrita en 1945; formaban parte de ella Egipto, Siria, Líbano, Irak, Arabia Saudita,
Transjordania y Yemen, a los que se agregó en 1953 el nuevo Estado de Libia, independiente
desde el año anterior por decisión de la UN. Pero Estados Unidos sostenía la necesidad de dar
solución al problema del sionismo y se mostró inflexible en su apoyo a la UN. Así las cosas, el
14 de mayo de 1948 Inglaterra abandonó el mandato sobre Palestina —que pasó a la
jurisdicción de la UN— y ese mismo día se proclamó en Tel Aviv el nuevo Estado israelita,
acto al que respondieron los estados de la Liga Arabe con la guerra.
El Estado de Israel —presidido por el doctor Weizmann desde 1949 hasta noviembre de 1952,
en que falleció— dio en seguida acabada muestra de su organización y capacidad militar. En
efecto, hizo frente a los árabes con bastante eficacia y, entretanto, la UN encomendó la misión
de mediador al conde Bernadotte. Mediante empeñosas gestiones procuró éste lograr un
entendimiento, pero cayó víctima de un atentado en septiembre de 1948. Los árabes instalaron
en Gaza un gobierno para Palestina, y cuando parecía que habían de dominar la situación,
vieron desencadenarse, en el mes de octubre, una poderosa ofensiva judía, que se extendió en
todas direcciones y que en enero de 1949 obligó a Egipto a pedir la paz. Esta solución de facto
fortaleció la situación del Estado israelita, que, mediante sucesivos tratados con las otras
naciones árabes, logró asegurarse un importante territorio continuo y una situación ventajosa
dentro de Jerusalén, que compartía con los árabes. Estos, en cambio, habían visto debilitarse la
posición de la Liga Arabe a causa de conflictos internos, movidos en parte por la aspiración de
Abdullah, rey de Transjordania, a asumir la dirección de la Palestina árabe, lo que
efectivamente logró luego a pesar de las objeciones del Egipto. En este país, un movimiento
nacionalista, presidido por el teniente coronel Naser triunfó en 1952 y llevó al poder al general
Naguib, quien ocupó la presidencia de la república al proclamarse ésta en 1953 tras la
deposición del rey Farouk. Los esfuerzos del gobierno nacionalista triunfaron al año siguiente,
cuando Gran Bretaña aceptó, mediante un tratado, abandonar la base militar de Suez.