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HISTORIA CONTEMPORANEA – La primera guerra europea
OFENSIVA ALEMANA Y CONTRAOFENSIVA ALIADA
La entrada de los Estados Unidos en la guerra debía ser decisiva para su desarrollo. Sin
embargo, Alemania no atribuyó mayor importancia al hecho y creyó que podía forzar la
guerra hasta obligar rápidamente a los aliados a pedir la paz. Había roto el frente italiano y
derrotado al ejército de Cadorna en Caporetto, en octubre de 1917; había logrado el derrumbe
del frente oriental mediante su ayuda a los revolucionarios rusos, con los que firmó la paz de
Brest Litowsk en marzo de 1918; y ahora, concentrados sus esfuerzos en el frente occidental,
preparaba una formidable ofensiva sobre Francia que, según sus cálculos, no podía fracasar.
El plan y su ejecución correspondieron a los mariscales Hindenburg y Ludendorlf, quienes
ensayaron cuidadosamente todos los recursos que pensaban poner en juego en el momento
decisivo. Se señalo el 21 de marzo de 1918 para desatar la ofensiva, y se iniciaron las
operaciones con un formidable cañoneo de la más poderosa concentración de artillería que se
hubiera realizado jamás. Inmediatamente, tropas provistas de lanzallamas, bombas, gases
tóxicos y ametralladoras se lanzaron sobre Amiens para separar los ejércitos ingleses y
franceses que operaban su conexión en esa zona; pero su intento se vio frustrado y las
operaciones sufrieron una interrupción cuando, siguiendo otro camino que el previsto, las
tropas alemanas habían llegado ya a sesenta kilómetros de París, sobre el río Mame. En ese
momento, y ante la gravedad del peligro, los aliados resolvieron establecer un mando único,
que fue confiado al mariscal francés Foch, bajo cuya dirección suprema se emprendió la
segunda batalla del Marne, el 15 de julio de 1918. Tres días de combate bastaron para romper
la resistencia de las fuerzas de Ludendorff, que comenzaron a retroceder. El 8 de agosto, las
tropas inglesas conseguían romper las líneas alemanas y el 29 de septiembre caía la línea
Siegfried. Palmo a palmo, las fuerzas aliadas lograban arrebatar al enemigo todas sus
posiciones.
Simultáneamente, el frente sudoriental comenzó a demostrar su inconsistencia. Entre
septiembre y noviembre de 1918 caían derrotadas Bulgaria, Turquía y Austria —esta última
vencida por los italianos en Vittorio-Véneto— y las tres se apresuraron a pedir la paz al
enemigo. Alemania comprendió que todo estaba perdido, y la inquietud interior comenzó a
adquirir cierta gravedad. Guillermo II quiso promover algunas reformas constitucionales, pero
ya era tarde. La escuadra se sublevó en Kiel y el kaiser huyó de Alemania en compañía de su
hijo, pidiendo refugio a Holanda, mientras se proclamaba la república en Berlín.