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HISTORIA CONTEMPORANEA - Inglaterra durante la era victoriana
EL IMPERIO INGLES
Hasta mediados del siglo XIX, Inglaterra mantenía su autoridad en la In- cija por intermedio
de la Compañía de las Indias, cuya política fue, en general, bastante hábil. Sin organizar una
ocupación general, que hubiese resultado muy cara y peligrosa, supo establecer pactos con los
numerosos príncipes que dominaban en las distintas partes del territorio e interesarlos en la
explotación de las riquezas locales. Para vigilar esta vasta red disponía de funcionarios
estratégicamente distribuidos en las numerosas y suntuosas cortes de los pequeños señores, y
contaba, además, con una fuerza militar —los cipayos— compuesta por pobladores autóctonos.
Pero este entendimiento con los príncipes, basado en las conveniencias mutuas, no hacía sino
exaltar el resentimiento de la población, que se sentía doblemente explotada. Así creció el
malestar general, que se concretó en 1857 en una insurrección unánime de las fuerzas
coloniales. Los cipayos se levantaron contra las autoridades inglesas y, con el apoyo de sus
compatriotas, mantuvieron encendida la guerra durante más de un año. Fuerzas inglesas
comenzaron a actuar entonces en la India y pudieron dominar poco a poco a los insurrectos;
pero el sistema de la infiltración, montado por la Compañía de las Indias pareció de allí en
adelante insuficiente para asegurar la estabilidad de los intereses británicos comprometidos ya
en aquella extensa colonia, y Disraeli, primer ministro por entonces, decidió en 1876 resolver la
situación transformando a la India en colonia inglesa y creando el imperio inglés, como
sucesor del que habían organizado los mogoles.
Dos años después, los ingleses se aseguraron el protectorado sobre el Afganistán y en 1880
ocuparon Beluchistán; estas operaciones respondían al propósito de asegurarse el control de la
India contra los posibles intentos de penetración de otras potencias, propósito que
completaron con la ocupación de Birmania y el establecimiento de firmes vínculos con el Irán.
Del mismo modo, los territorios que se encontraban sobre la ruta de la India merecieron una
particular atención
por parte del gobierno inglés; un papel decisivo dentro del sistema de
comunicaciones del imperio desempeñaba Egipto, con cuya ocupación el canal de Suez
quedaría dentro de su área de influencia; para resolver esta cuestión, las tropas británicas
ocuparon el territorio egipcio y lo mantuvieron en su poder a pesar de la resistencia que le
ofrecieron en diversas oportunidades los movimientos nacionalistas que estallaron allí.
En Africa del Sur, los ingleses se extendieron primero desde la Colonia del Cabo hasta
Rhodesia —territorio así llamado en homenaje a su conquistador, Cecil Rhodes— y lograron
de ese modo encerrar los territorios de Orange y Transvaal. Estas dos regiones se habían
constituido mediante la emigración de los bóers, de origen holandés, residentes en la Colonia
del Cabo, con motivo de la abolición de la esclavitud en 1833; pero su importancia había
crecido sólo a partir de 1885, cuando se descubrieron unas famosas minas de oro que
prometían ganancias fabulosas y atraían un crecido número de extranjeros ansiosos de probar
fortuna. Los ingleses decidieron apoderarse del Transvaal y ocuparon el territorio; pero
tuvieron que hacer frente a una denodada resistencia de los bóers y sólo pudieron vencerlos
después de muchos esfuerzos al comenzar el siglo XX.
Con los territorios de Canadá y Australia, organizados bajo la forma de dominios y
conservando una considerable autonomía, Nueva Zelanda y numerosas pequeñas posesiones
esparcidas por todas partes del globo, termina de integrarse el imperio inglés, vasta red que, a
principios del siglo XX, constituía, sin duda alguna, la más vasta y rica potencia económica del
mundo.