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HISTORIA CONTEMPORANEA - El Imperio Napoleónico
EL DESAFIO A EUROPA
Poco antes de instaurarse el Imperio, Napoleón había provocado la ruptura de la paz de
Amiens, y la respuesta no se hizo esperar por parte de Inglaterra. Pitt se lanzó a organizar una
nueva coalición contra Francia, y esta vez formaron a su lado nuevamente Austria y Prusia.
Entre tanto, Napoleón había resuelto invadir Inglaterra y concentró un fuerte ejército en
Boulogne, que debía cruzar el canal con la ayuda de una flota franco-española a las órdenes de
Villeneuve. Pero la organización del plan naval presentó serias dificultades por la temida
eficacia de la escuadra inglesa que, al mando de Nelson y Cornwallis, se mantenía alerta para
impedir la operación. Mas los proyectos del emperador debieron modificarse por la fuerza de
las circunstancias. La coalición de sus enemigos ponía en peligro sus fronteras, y Napoleón se
lanzó rápidamente sobre Baviera, donde derrotó a los austriacos en Ulm. Al día siguiente de
esa victoria —el 21 de octubre de 1805— la flota de Nelson caía sobre los barcos de Villeneuve
y los derrotaba totalmente en la batalla de Trafalgar, poniendo así fin al designio imperial de
invadir Inglaterra.
Las operaciones terrestres, en cambio, fueron absolutamente favorables para Napoleón que,
después de Ulm, se lanzó sobre las fuerzas austro-rusas que habían operado su conjunción, y
las derrotó en Austerlitz el 2 de diciembre. Poco después, Austria pedía la paz y se firmaba el
tratado de Presburgo por el que Francia recibía los territorios occidentales de Alemania y
Venecia para que fueran agregados a sus estados satélites.
Italia y Alemania sufrieron entonces una reorganización total. Desapareció el Santo Imperio
Romano Germánico y fue reemplazado por el Imperio austriaco, en tanto que surgía como
estado independiente la Confederación Renana. Se constituyó el reino de Italia con todas las
regiones septentrionales y centrales de la península, y se confirió el reino de Nápoles a José
Bonaparte, hermano del emperador. Un sólido bloque adicto resguardaba así a Francia, que
debía continuar extendiendo sus conquistas.