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HISTORIA CONTEMPORANEA - Europa y la Revolución francesa
LAS COALICIONES
Austria y Prusia sintieron desde el primer momento la gravedad de la situación creada en
Francia, y en defensa de los principios absolutistas que sustentaban, se aprestaron a defender
la causa de la monarquía y la nobleza, perseguidas por la revolución. Allí encontraron refugio
los nobles emigrados y allí se prepararon las primeras fuerzas que desencadenaron la lucha
contra la revolución triunfante. Pero el apoyo más tenaz y vigoroso que encontró la
contrarrevolución fue el que le proporcionó Inglaterra.
Gobernada por Guillermo Pitt, Inglaterra se decidió a defenderse de las ideas revolucionarias
y, sobre todo, de las amenazas de expansión de Francia, que ponían en peligro las conquistas
comerciales que había logrado durante el siglo XVIII. Por eso, tras el fracaso de los ejércitos
austroprusianos en 1792, Inglaterra organizó una coalición —la primera de una larga serie—
en la que entraron, además de ella misma, Austria, Prusia, Holanda, España, Rusia y otros
estados menores.
La primera coalición tuvo al principio algunos éxitos, pero fue vencida luego y se deshizo poco
a poco con la sucesiva defección de sus componentes vencidos por Francia. Consumada en
1795 su disgregación, vencida Austria en 1796-97 y atacada Inglaterra en Egipto en 1797-99,
esta última potencia volvió a sus planes originarios y se preparó para organizar una segunda
coalición. Se unieron esta vez a Inglaterra, Rusia, Austria, Turquía y Nápoles y comenzaron las
operaciones con éxito en 1799; pero al año siguiente, pese a los triunfos navales de Inglaterra,
Rusia y Austria se vieron vencidas y pidieron la paz en 1802, gestión a la que se sumó luego la
misma Inglaterra. En tal situación, Napoleón, dueño absoluto del poder, buscó a su vez la
guerra y su amenaza desencadenó la constitución de nuevas alianzas entre sus enemigos.