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HISTORIA CONTEMPORANEA - Austria y la unidad alemana
LOS DESIGNIOS PRUSIANOS
El rápido ascenso de Prusia desde el siglo XVIII se continuó a lo largo de la primera mitad del
siglo siguiente. En esa época era innegable que casi todos los estados alemanes reconocían su
superioridad y autoridad, y estaba en el pensamiento de la mayoría de los príncipes alemanes
la necesidad de realizar su unidad bajo la hegemonía prusiana. También los liberales estaban
convencidos de esta idea, y por eso el congreso de Francfort ofreció la corona a Federico
Guillermo IV en 1848. Rechazada esta proposición, los príncipes retomaron la idea y
proclamaron la Unión restringida bajo la autoridad de Prusia, que fracasó ante las exigencias
de Austria en Olmutz, en 1850. Pero la idea siguió germinando y fructificó en el espíritu de
Guillermo I, rey de Prusia desde 1861.
A diferencia de los proyectos anteriores, el de Guillermo I fue lograr la unificación por la
fuerza y excluir de la hegemonía germánica a Austria reduciéndola militarmente. Además, en
los planes de unificación del rey debían entrar algunos territorios considerados netamente
germánicos y que era necesario disputar a otras potencias. Para lograr todos estos objetivos,
Guillermo consideró necesario fortalecer su poderío militar y afianzar su situación
internacional hasta el momento oportuno.
Contó el rey Guillermo con la ayuda
de algunos hombres excepcionales. Roon, ministro de
Guerra, y Moltke, jefe del Estado Mayor, transformaron el ejército prusiano acrecentando
notablemente su eficacia, y prepararon cuidadosamente los planes de las posibles operaciones
militares según las ideas del gran estratego Clausewitz. Sólo tuvieron que vencer la resistencia
que opusieron los diputados liberales a otorgar los créditos solicitados al parlamento para
gastos militares; pero en esta parte de la labor colaboró activamente el príncipe de Bismarck, a
quien llamó Guillermo I en 1862 para que dirigiera tanto la política interior como la exterior.
Bismarck no vaciló en acudir a las medidas más enérgicas, y gastó sin pedir autorización ni
rendir cuentas, procediendo como un verdadero dictador. Cuando consideró que el
instrumento militar era suficientemente eficaz, comenzó a ponerlo en funcionamiento, y
provocó la guerra contra Dinamarca.