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HISTORIA MODERNA - La revolución en Inglaterra
LOS PRIMEROS ESTUARDOS
El reinado de Isabel habíase prolongado durante casi medio siglo, y en ese tiempo se había
afirmado el principio del absolutismo. Pero Isabel conducía los •negocios públicos con astuta
prudencia, no había suscitado conflictos fundamentales sin tener la seguridad de que podría
dominar la situación. Esta virtud faltó a los reyes de la casa escocesa que la sucedieron.
En 1603, en efecto, el trono inglés pasó a manos del rey de Escocia, Jacobo, a quien sucedió a su
muerte (1625) su hijo Carlos I. En ambos se vio patente la intención de acentuar el carácter
absolutista de su autoridad y limitar la del Parlamento; y si con Jacobo I el problema no
adquirió demasiada violencia, no pasó lo mismo con su hijo Carlos.
Intolerancia religiosa, premeditada resistencia frente al Parlamento, impolítica tenacidad en
sus propósitos, tales eran los rasgos que puso de manifiesto el nuevo rey, a poco de subir al
poder en 1625. Había sido recibido con entusiasmo, esperando que corrigiera los defectos que
hicieron odioso a su padre, pero consiguió tornar en decidida resistencia aquella buena
disposición originaria de sus súbditos.
Dos principios parecían dirigir su política: la afirmación del absolutismo real y la defensa del
anglicanismo como religión única de estado. Para decidirlo a tornar esta decisión acaso
contribuyera el ejemplo de la política que, contemporáneamente, seguía el cardenal Richelieu
en Francia. Era éste el jefe de la potencia más peligrosa para Inglaterra en ese momento, pero
Carlos 1 no perdía de vista los métodos por los cuales el cardenal ganaba en eficacia y poderío.
No cor tribuyeron menos sus ministros y consejeros: el obispo Laud y el conde de Strafford,
fieles ejecutores de su política.