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HISTORIA MODERNA - Los países del Báltico
RUSIA
Para Rusia, la obra de Pedro el Grande fue decisiva. Si en lo interior había logrado reorganizar
el país y acrecentar notablemente sus recursos, en lo exterior consiguió resultados no menos
trascendentales. En efecto, fue obra suya el aniquilamiento de Suecia, cuyo poder constituía un
obstáculo fundamental para que Rusia pudiera volverse hacia el mar Báltico y, por esa vía,
hacia el Occidente. Este era, precisamente, el ideal de Pedro el Grande, y su victoria en Poltava
había contribuido decididamente a realizarlo.
Sus sucesores durante la primera mitad del siglo XVIII carecieron de relieve. Reaccionando
contra las directivas políticas de Pedro, se desplazaron los hombres que estaban
compenetrados de sus ideales y fueron reemplazados en los puestos más importantes por
extranjeros, especialmente por alemanes, entre los cuales se destacó, por cierto, el conde
Osterman, a quien la reina Ana encomendó el ministerio de Relaciones Exteriores. Por obra
suya, Rusia se orientó decididamente hacia un entendimiento con Austria, en tanto que
acentuaba su recelo respecto a Prusia. Aunque con altibajos, esta política se mantuvo aun
después de caer en desgracia Osterman. Y aunque Federico II hizo esfuerzos para modificarla,
no logró sino que se acentuara hasta el punto de que Rusia, deponiendo su resentimiento
contra Francia, no vaciló en ingresar en la alianza que esta potencia había convenido con
Austria. En tal situación intervino en la guerra de los Siete Años, al término de la cual ocupó el
trono de Rusia Catalina II, cuyo reinado constituye una página brillante de su historia.
Esposa de Pedro III, nieto de Pedro el Grande, que llegó al trono en 1762, Catalina se
desembarazó de su marido y lo reemplazó al año siguiente. De origen alemán, fue famosa por
sus condiciones de inteligencia y de cultura, porque sorprendía con su vivacidad y despejo,
tanto como por su profundo conocimiento de las obras fundamentales del pensamiento
contemporáneo. Estuvo en relación con Voltaire y Diderot y en ciertos aspectos se mostró
progresista en tanto que en otros no hizo sino extremar el rigor de la autocracia tradicional.
En realidad, su labor más importante fue cumplida en el campo de la política exterior. A
diferencia de sus antecesores, Catalina II decidió iniciar una aproximación con Prusia, en cuya
obra empezó a trabajar inmediatamente después de su ascenso y de la firma del tratado de
Hubertsburgo que ponía fin a la guerra de los Siete Años. El objetivo de esta alianza debía ser,
sobre todo, el reparto de Polonia, medida mediante la cual Catalina quería realizar el viejo
sueño ruso de entrar en contacto directo con la Europa central. Catalina intervino activamente
en la crisis polaca y precipitó luego el conflicto con Turquía, a raíz del cual decidió a Austria a
que consintiera en el reparto de Polonia de 1772.
El conflicto con Turquía, desencadenado en 1768, tenía como objetivo la ocupación de Crimea
y el establecimiento del Danubio como límite meridional de Rusia. Parte de todo ello obtuvo
Catalina mediante el tratado de 1774, y tuvo la habilidad de arrastrar luego a Austria a una
guerra conjunta contra Turquía, que estalló en 1787 y separó a Rusia de Prusia. Pero Turquía
era todavía bastante fuerte y pudo resistir esos embates. De todos modos, la primacía de Rusia
en el este de Europa quedó afirmada con su segura política, y el sistema de alianzas que
contribuyera a forjar preparó la conducta de Rusia en el período subsiguiente.
LA REINA CATALINA II DE RUSIA. Espíritu varonil, Catalina II manejó su imperio con clara
visión y segura energía. Trató a escritores y filósofos occidentales y procuró introducir en
Rusia las ideas y costumbres que admiraba.