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HISTORIA MODERNA - Italia, España y Portugal
ITALIA
El tratado de Utrecht, que puso fin, en 1713, a la guerra por la sucesión de España, le arrebató
a este país las posesiones que tenía en Italia. En efecto, mientras Sicilia le fue entregada al
duque de Saboya, Nápoles y Cerdeña pasaron a poder de Austria, que había ya ocupado la
Lombardía; pero poco más tarde se llegó a un trueque, y Austria obtuvo Sicilia a cambio de
Cerdeña, con lo cual volvió a reconstituirse el reino de las Dos Sicilias en provecho del imperio
(1720).
En el Norte, Venecia mantuvo su independencia, como asimismo la Saboya, Génova, Toscana,
Parma y Módena. Pero la suerte de los Estados meridionales pareció inevitablemente sujeta a
toda clase de contingencias. A pesar de los acuerdos establecidos, cuando estalló la guerra por
la sucesión de Polonia, España ocupó militarmente el reino de las Dos Sicilias, en 1734, y fundó
allí una dinastía borbónica, a consecuencia de lo cual, cuando se negoció la paz, Austria recibió
el ducado de Parma y de modo indirecto el de Toscana. Esta situación se modificó mediante el
tratado de Aquisgrán, que puso fin en 1748 a la guerra por la sucesión de Austria, según cuyos
términos el ducado de Parma pasó a manos de Felipe de Borbón, hijo de Felipe V de España y
de Isabel Farnesio.
A partir de entonces, Italia disfrutó de un período de paz que duró toda la segunda mitad del
siglo XVIII. Durante ese tiempo, Carlos Manuel III, rey de Cerdeña y Piamonte, se esforzó por
introducir profundas reformas en sus estados para fomentar su progreso. Lo mismo ocurrió
con la Lombardía, sometida a los austriacos y beneficiada con los proyectos progresistas de
María Teresa y José II. Algo semejante ocurrió en el gran ducado de Toscana y en el reino de
Nápoles, durante la época de Carlos de Borbón y de su hijo Fernando.
Por el contrario, la situación de la república de Venecia demostraba que su esplendor había
pasado. Conservaba Venecia su organización tradicional y la nobleza se resistía a toda
innovación; sin embargo, sus dificultades exteriores, especialmente frente a Turquía, hubieran
debido inducirla a reorganizar su estructura política y a vitalizarla con el aporte de fuerzas
nuevas; pero no fue así, y en cambio podía advertirse una tendencia cada vez más acentuada
al lujo y a la sensualidad. No faltaron, sin embargo, algunas figuras ilustres en las artes y las
letras, y los nombres de Tiépolo y Goldoni recuerdan su esplendor, como recuerda su alegre
despreocupación la fama del prolongado carnaval veneciano.