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HISTORIA MODERNA - La guerra de los Treinta Años
MAZARINO
Mazar .no había sido señalado como su sucesor por el propio Richelieu, que conocía su
capacidad y lo sabía dispuesto a continuar la política que él había iniciado. No tenía Mazarino,
ciertamente, la áspera energía de su antecesor, pero la su
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Dila con una extraordinaria habilidad
que hacía de él un político sutil y un consumado diplomático. La época en que le tocó actuar
fue extremadamente difícil. A la muerte de Richelieu (1642) siguió la del rey Luis XIII (1643), y
Mazarino tuvo que actuar durante la menor edad de Luis XIV, bajo la regencia de la reina Ana
de Austria. Esta circunstancia pareció favorable a la nobleza para intentar la reconquista de las
posiciones perdidas, y organizó un movimiento —que recibió el nombre de Fronda— gracias
al cual logró imponerse en cierta oportunidad. Mazarino fue uno de los objetos de la
persecución de la nobleza; pero el hábil cardenal logró sortear todas las dificultades y, aunque
con intervalos, continuó en la dirección de la política francesa hasta su muerte.
Los frutos más brillantes de su acción fueron los pactos que negoció al fin de las guerras con
los Habsburgo. En 1648 firmó los tratados de Westfalia, por los cuales se mantenía la
organización tradicional de Alemania, y, con el pretexto de garantizar la libertad de los
príncipes contra el emperador, las potencias vencedoras aseguraban un régimen de desunión
en el país vencido: así se organizó un sistema político que se conoció con el nombre de
"equilibrio europeo". Entre tanto, continuó la guerra entre Francia y España; pero al cabo de
once años, y tras algunos triunfos franceses, Mazarino pudo imponer a España el tratado de
los Pirineos, por el que obtenía el Rosellón y Artois (1659). De este modo, quedaba consagrada
la hegemonía de Francia en Europa.