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HISTORIA MODERNA - Francia hasta la víspera de la revolución
LUIS XV
En 1723, Luis XV no tenía sino trece años, y en la práctica no podía hacerse cargo de la
dirección de los asuntos públicos. Durante unos pocos meses, Orleáns siguió actuando como
presidente del consejo, pero poco después, en 1726, todo quedó en manos del cardenal de
Fleury.
Hombre de edad proyecta y de espíritu temeroso, Fleury dirigió con parsimonia los asuntos
exteriores de Francia y hubiera querido asegurar para ella la paz. Pero las circunstancias eran
demasiado tensas para lograrlo. Un año antes de llegar Fleury al poder, Luis XV se había
casado con María Leszczynska, hija del destronado Estanislao de Polonia, y esta situación llevó
a Francia a intervenir en el conflicto que por la sucesión de ese país se desencadenó en 1733.
Para asegurar su sistema de alianzas, Francia gestionó entonces un tratado con España, que se
conoció con el nombre de Pacto de familia y que se firmó en ese mismo año. Pero Fleury era
enemigo de esta guerra y, cuando la ocasión fue favorable, se apresuró a firmar la paz
negociando en Viena un tratado. Sin embargo, el problema internacional seguía en pie, y la
sucesión de Austria obligó a Luis XV a intervenir en un nuevo conflicto en 1740; el curso de la
guerra condujo a una nueva aproximación entre Francia y España, que renovaron en 1743 el
Pacto de familia. Ese mismo año moría Fleury, y la dirección de los asuntos públicos cayó más
directamente en manos de Luis XV, sobre quien empezaron a obrar pronto las influencias de
sus favoritas. Esto, y su notoria irresponsabilidad para manejar las más graves cuestiones
públicas, condujo a Francia a una situación cada vez más grave.
El primer síntoma fue el absurdo desenlace que tuvo para Francia la guerra por la sucesión de
Austria. Sus tropas habían conquistado los Países Bajos, pero por el tratado de Aquisgrán,
firmado en 1748, Francia devolvió todas sus conquistas y hasta cedió algunos territorios. La
indignación fue general, y comenzó a extenderse un grave malestar que terminó en un
pronunciado odio hacia el rey.
Luis XV, ciertamente, no podía hacerse amar por sus súbditos. Totalmente ajeno a los
problemas de estado, sólo tenía tiempo para sus entretenimientos privados y sus amores, que
excedían la esfera privada por la gravitación que otorgó a sus favoritas en la esfera del
gobierno. La señora de Pompadour fue, entre todas, la que mayor influencia ejerció en la vida
pública francesa; pero todas ellas conspiraron contra as finanzas nacionales obteniendo del rey
gruesas sumas. Este constante drenaje de las arcas fiscales llevó al país a una situación cada
vez más crítica, y la oposición comenzó a fortalecerse, encontrar do suficientes motivos para
manifestarse con desusada libertad.
No mucho después, de firmada la paz en Aquisgrán, la situación internacional comenzó a
ponerse tensa nuevamente. Esta vez, Francia evolucionó con respecto a su posición de algunos
años antes; María Teresa de Austria se empeñó en destruir la alianza que unía a Francia y
Prusia, amenazadora para ella, y procuró .traerse a su antigua rival. Este cambio de frente fue
posible en el momento en que Francia se enteró de que había sido firmado un tratado entre
Inglaterra y Prusia. Ese mismo año —1756—se decidió a unirse con Austria, prestándose así a
secundar los propósitos de ésta frente al creciente poderío de Federico II, fue el rey de Prusia
quien desencadenó la guerra, que duró hasta 1763, y Francia tuvo que afrontar el conflicto en
sus colonias, especialmente en América del Norte y la India. Las consecuencias fueron
desgraciadas, y cuando se firmó el tratado de París, la Luisiana quedó en manos de España y
pasaron a las de Inglaterra el Canadá, el Senegal y la India. Era un terrible fracaso militar y
diplomático, sufrido tras una guerra en la que no se esperaba ganar nada aun cuando se
hubiera triunfado.
Por lo demás, la guerra en sí misma fue cara y había agudizado con los gastos originados por
el conflicto la situación económica, ya grave desde antes. Haba, pues, que hacer frente a un
crecido déficit, y como por otra parte, era menester atender a los gastos de una corte
extremadamente derrochadora, el rey no vaciló en extremar los recursos, y no faltó un
ministro —el abate Terra— que echara mano, simple y lisamente, de los fondos depositados
por particulares. Los precios subieron, y comenzaron a ser frecuentes los motines populares,
alguno de los cuales pareció amenazar la vida misma del rey.
En este ambiente de prerrevolución, las minorías intelectuales ejercieron un papel importante.
Por entonces es cuando Voltaire hace públicos sus más encendidos libelos y lanzan Rousseau y
Diderot sus diatribas contra el régimen despótico que destruía a la nación. Ciertamente, la
corte se mostró indiferente a esta expresión vibrante de la opinión pública, pero su voz alcanzó
a los oídos de la burguesía que sufría en carne propia las consecuencias de la torpeza de Luis
XV, y de ese modo comenzó a prepararse la atmósfera insurreccional que permitiría
el
estallido de la revolución. En 1774, Luis XV murió y lo sucedió su nieto Luis XVI, tan incapaz
como él para hallar una solución a la difícil situación económica y social.
EL REY LUIS XV DE FRANCIA. Llamado por sus súbditos "el bienamado", comenzó su
reinado bajo el signo de una gran esperanza y defraudó a sus súbditos por su escepticismo y
su abandono de las tareas que pertenecían a la corona.