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HISTORIA MODERNA - La época de Luis XIV
LA GUERRA POR LA SUCESION DE ESPAÑA
Ya en 1668, Francia y el emperador de Austria trataron de concertar un acuerdo para repartirse
las posesiones que dejaría vacante la esperada muerte de Carlos II. Nuevos acuerdos siguieron
a éste, según los azares de los conflictos internacionales desencadenados en Europa por Luis
XIV, pero ello no fue obstáculo para que, en la corte de Madrid, los embajadores de Francia y
del imperio austriaco siguieran tratando de conseguir que el rey testara en beneficio de sus
respectivas dinastías, fue Francia la que, finalmente, obtuvo lo que deseaba, y en 1700 Carlos II
instituyó como heredero de todos sus Estados a Felipe de Anjou, nieto de Luis XIV.
Poco después murió Carlos II y se hizo público el testamento, que todas las potencias, excepto
Austria, se mostraron dispuestas a aceptar. Pero era condición expresa de ese documento que
Francia no intentara de ningún modo unir los dos reinos, y Luis XIV no se mostró discreto al
respecto, sino que insinuó su propósito de enlazarlos en una misma política. La guerra
sobrevino entonces, promovida por Inglaterra, que organizó en 1702 una vasta coalición contra
Francia.
La guerra duró largos años, y Luis XIV debió apelar a todos sus recursos para defenderse de
las tropas enemigas que mandaban jefes tan eficaces como el duque de Marlborough y el
príncipe Eugenio de Saboya. Pero Francia contó, a su vez, con otros no menos experimentados,
como el mariscal Villars, y pudo hacer frente a la situación. Finalmente, Felipe de Anjou —ya
Felipe V de España— logró imponerse en el territorio de su reino a su rival austriaco, el
archiduque Carlos, y su autoridad se hizo efectiva. Una circunstancia favoreció a Francia: la
muerte del emperador de Austria, por la cual llegaba Carlos al trono imperial y quedaba en
situación de reunir en sus manos España y el Imperio. Inglaterra consideró que el objeto de la
guerra había desaparecido, y firmó con Francia el tratado de Utrecht (1713), por el que
reconocía a Felipe V como rey de España. La guerra siguió, sin embargo, con Austria hasta el
año siguiente, en que se le puso fin mediante el tratado de Rastadt. Desde entonces, una
dinastía borbónica gobernaría en España, aun cuando quedara pendiente la situación de los
dominios españoles en Italia.