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HISTORIA MODERNA - La época de Luis XIV
ESPAÑA EN LA EPOCA DE LOS ULTIMOS AUSTRIAS
Todo el período de ascenso internacional de Francia había correspondido a un período de
descenso en España. A la muerte de Felipe II le sucedió su hijo Felipe III, y a éste Felipe IV.
Ambos reinados se caracterizaron por el abandono que hicieron de sus deberes los dos
monarcas, confiando las riendas del poder a ministros omnipotentes o a camarillas que se
enriquecieron envileciendo la vida pública. El duque de Lerma en época de Felipe III y el
conde-duque de Olivares en la de Felipe IV fueron en verdad los que gobernaron el país; y si
no pudieron sobreponerse a la corrupción general que se advertía en el reino, tampoco
pudieron evitar la declinación que amenazaba al prestigio internacional de España. Olivares
fue quien tuvo que consentir en la firma del tratado de los Pirineos con Mazarino, después de
haber estimulado a los nobles franceses contra él en un esfuerzo desesperado por contener la
marcha de Francia hacia su hegemonía.
Con todo, España no había apurado las heces de su desgracia. A Felipe IV le sucedió su hijo
Carlos II (1665), que por su enfermedad congénita era absolutamente incapaz para ejercer el
gobierno y no debía dejar descendencia. Desde el primer momento, Carlos II —a quien
llamaron "el hechizado"— fue prisionero de diversas camarillas de cortesanos que gobernaban
en su nombre y, sobre todo, en su propio palacio. Las colonias de América no producían ya las
riquezas que habían proporcionado a España en el siglo anterior, y, por el contrario, exigían a
la metrópoli un esfuerzo económico y humano muy considerable. Y como su muerte pareció
inminente —a pesar de que reinó treinta y cinco años—las principales potencias europeas
tejieron alrededor de la corte de Madrid una apretada red de intrigas para sacar ventajas de la
situación.
Esta época, sin embargo, es una de las más importantes en la historia de la cultura española.
Los nombres más ilustres de las letras y de las artes corresponden a ella. Cervantes alcanzó los
tiempos de Felipe III, como Lope de Vega y Tirso de Molina. Durante los reinados de Felipe III
y Felipe IV vivieron Pedro Calderón de la Barca, el insigne autor de La vida es sueño y El
alcalde de Zalamea, y Francisco de Quevedo y Villegas, a quien se deben magníficas obras en
prosa, como el Buscón y la Vida de Marco Bruno, así como también otras poéticas de
extraordinario valor; entre estas últimas merecen destacarse aquellas en que censura
virilmente el estado de corrupción moral que vivía España.
Lo más importante es el 'desarrollo que alcanzaron por entonces las artes plásticas.
Ciertamente, no merecía Felipe IV que el pintor de la corte fuera nada menos que Diego
Velázquez, que nos ha dejado entre tantas obras maestras, los retratos del rey y de su privado
el conde-duque de Olivares. También corresponden a esta época los pintores Bartolomé
Murillo, Francisco Zurbarán y José Riberz, y el escultor Juan Martínez Montañés. Y acaso fuera
injusto olvidar a un pensador tan original como Baltasar Gracián, el autor de El criticón.
Bien mirado, son muchos los autores de esta época que advirtieron la declinación moral de
España y aun la pérdida de su poderío internacional. Pero, sin duda, más directamente lo
percibían los políticos extranjeros, que no vacilaron en tender sus redes para tratar de recoger
en alguna medida la cuantiosa herencia que según todos los indicios estaba por quedar
vacante.
EL REY FELIPE IV DE ESPAÑA, por Diego Velázquez. Despreocupado de los asuntos de
Estado, Felipe IV dejó el gobierno durante muchos años a su privado el conde-duque de
Olivares, fue una época difícil para España, que declinó en todos los aspectos de la vida
nacional.