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HISTORIA MODERNA - La crisis del siglo XV y los albores de la Edad Moderna
NUEVOS PROGRESOS TECNICOS
El afán por conocer los secretos de la naturaleza no era sólo el resultado de una inquietud
desinteresada; provenía también del marcado interés del hombre de esta época por dominarla,
someterla a su voluntad y sobreponerse a su imperio. Por esta razón, además del desarrollo
del conocimiento estrictamente científico que se advierte, es visible un desarrollo de la técnica.
Fruto de ese desarrollo es la posesión de nuevos y diversos métodos y procedimientos para
realizar variadas operaciones con mayor eficacia que antes. Tan característica de esta época
como la transformación espiritual, es la transformación técnica que empieza a operarse.
Dos hechos de extraordinaria trascendencia se producen en el campo de la técnica durante el
siglo XV: la producción de un tipo de libro económico y de gran tiraje y el establecimiento de
nuevos métodos para la navegación en mar abierto. Por el primero se hizo posible la difusión
de la cultura en tal grado que pudieron tener acceso a ella las masas burguesas que en los
últimos tiempos habían avanzado hacia el primer plano de la vida social, por el segundo fue
posible dar libre curso al afán expansionista que demostraba el hombre occidental, recorriendo
rutas hasta entonces desconocidas y tomando posesión de territorios hasta entonces fuera de
su alcance y su explotación.
El libro económico y de gran tiraje
fue el resultado de la utilización conjunta de dos
posibilidades conocidas desde antaño pero no utilizadas: un material abundante y barato en
que imprimir, y un sistema de reproducción múltiple. Ni el papiro ni el pergamino reunían
aquellas condiciones, pues eran escasos y, en consecuencia, caros; mas poco a poco empezó a
difundirse un método para fabricar con restos de tejidos un material nuevo: el papel, que
satisfacía plenamente las necesidades del libro. Sobre este papel podía aplicarse un
procedimiento de impresión multiejemplar que no era ignorado —pues los sellos súmeros lo
anunciaban— pero que sólo tenía importancia si había un material barato para imprimir.
Fueron muchos, seguramente, los que trabajaron para hallar ese procedimiento y para
perfeccionarlo; se grabaron textos en planchas de madera que, entintadas, se reproducían
sobre el papel, y se hicieron luego tipos separados de madera para componer las líneas de cada
texto diferente. Pero correspondió a Gutenberg el hallazgo de un procedimiento definitivo. En
su taller de Maguncia creó los moldes para fabricar tipos de metal en número indefinido, y de
ese modo solucionó el problema técnico de la imprenta. Su primer libro impreso vio la luz en
1456, y al cabo de cincuenta años se imprimían libros en todo el occidente de Europa. El
Renacimiento artístico y literario, y sobre todo la Reforma religiosa del siglo XVI, son hechos
derivados directamente de este invento. Pero el invento no se realizó hasta que las condiciones
de la vida social y espiritual no lo tornaron imprescindible.
La navegación de alta mar no progresó menos. Mientras la navegación fue exclusivamente
mediterránea, el problema de la orientación no llegó a tener una importancia fundamental.
Pero la caída de la cuenca oriental del Mediterráneo en manos de los turcos obligó a los
comerciantes a buscar otras rutas por el océano. Entonces fue preciso aprender a determinar el
rumbo por otros medios: y el medio apareció muy pronto.
Las propiedades de la aguja imantada permitieron idear la brújula para que los navegantes se
orientaran en alta mar; y sobre la base de los nuevos conocimientos cosmográficos se imaginó
un instrumento llamado astrolabio con el cual podía determinarse la latitud con alguna
precisión. De este modo, los intrépidos pilotos a quienes se confiaba la busca de rutas antes
inexploradas o de tierras no conocidas, pudieron avanzar por los mares con cierta seguridad y
guiando su marcha en el sentido previsto. Los resultados no se hicieron esperar: nuevos
descubrimientos geográficos vinieron a acrecentar el ámbito de acción del hombre del siglo
XVI.
UNA IMPRENTA DEL SIGLO XVI. Poco después de su invención, la imprenta se difundió por
toda Europa. En 1474 se imprimió por primera vez un libro en España, y en el siglo XVI se
multiplicaron notablemente.