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HISTORIA MEDIEVAL - Orígenes y desarrollo del Imperio Carolingio
EL RENACIMIENTO CAROLINGIO
Si por la organización política y administrativa de sus estados, Carlomagno constituye una
excepción, no lo es menos por la preocupación que demostró en favor de la cultura. Se ha
hablado de un Renacimiento carolingio, porque, en efecto, tras la época de las invasiones, se
notó en tiempos del gran emperador un marcado desarrollo de los estudios y cierto interés por
el cultivo de las letras y las artes.
Carlomagno gustaba de rodearse de letrados y no vaciló en llamar a su corte a todos aquellos
que se habían ilustrado por su saber. Eran, generalmente, monjes que habían dedicado su vida
a los estudios sagrados, pero que, al mismo tiempo, leían las obras de autores profanos que
llegaban a sus manos. Con ellos constituyó la llamada escuela palatina, cuyos miembros
gozaban de ventajas que les permitían proseguir sus estudios y actuaban, al mismo tiempo,
como consejeros del emperador para diversos asuntos de Estado.
Entre todos se destacó Alcuino; por su saber y su contracción al estudio fue designado abad de
la abadía de San Martín de Tours, que era, por entonces, el más importante centro de estudio
del imperio; allí hizo escuela y formó discípulos, al tiempo que trabajaba en su propia obra,
dedicada especialmente a los problemas de la teología. Alrededor de Alcuino trabajaron otros
estudiosos; Paulo Diácono escribió una Historia de los lombardos, cuyas noticias son
inapreciables para el conocimiento de la historia de ese pueblo y de la de Italia; Eghinardo nos
ha dejado una Vida de Carlos que constituye nuestra mejor fuente de noticias sobre el
emperador y sobre la vida de la época; Teodulfo de Orleáns, Pedro de Pisa y otros muchos
completaron aquel círculo de consejeros, con el que gustaba platicar Carlomagno y al que
recurría para asesorarse sobre los problemas de más difícil resolución.
También fue ésta una época de cierto desarrollo para las artes plásticas. A diferencia de los
tiempos inmediatamente anteriores, en éstos se emprendió la construcción de algunas obras
importantes. Entre todas, la más significativa fue el gran palacio que mandó edificar
Carlomagno en la ciudad de Aquisgrán; de él sólo se conserva lo que era la capilla, y que es
actualmente la catedral de esa ciudad, llamada hoy Aachen o Aix-la-Chapelle. El recinto
principal tiene forma de octógono, cuyo perímetro está formado por una serie de pilares; dos
galerías superpuestas dan a la capilla considerable altura, contando la tradición que desde una
de ellas solía asistir a misa el emperador, sentado en un trono de piedra que aún se conserva.
En sus líneas generales, el edificio es de inspiración romana, aunque hay ya algunos signos de
la influencia bizantina.