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HISTORIA MEDIEVAL - Los musulmanes 
EL CALIFATO DE BAGDAD
Al promediar el siglo VIII, una nueva guerra civil se encendió en el mundo musulmán y puso
fin a la dinastía oméyade. El jefe del movimiento, Abul
Abás, fundó una nueva dinastía —
llamada abbasida— cuyo centro fue la Mesopotamia, porque de allí provenían las fuerzas que
la apoyaban; allí se fundó luego la nueva capital del califato: Bagdad.
El califato de Bagdad duró mucho tiempo, pero desde el comienzo su historia se caracteriza
por las sucesivas secesiones que se operan en su territorio. En los primeros tiempos, y como
consecuencia inmediata de la guerra civil, un descendiente de la dinastía oméyade —acaso el
único que había escapado a la cruel persecución de Abul-Abás— huyó a España y consiguió
que su autoridad fuese reconocida allí, de modo que muy pronto ese territorio quedó
transformado en un emirato independiente, que luego fue erigido en califato. Más tarde, el
Egipto se separó también, y, a medida que se debilitó el poder central, otras regiones fueron
adquiriendo autonomía. Así, el califato de Bagdad subsistió durante un largo plazo, pero a
costa de que su autoridad disminuyera sensiblemente.
El califato de Bagdad, cuya sede estaba en el corazón del antiguo Imperio Persa, sufrió la
influencia de las tradiciones que allí predominaban. En verdad, la cultura que se constituyó
por entonces podría definirse como persomusulmana, como se refleja claramente en el más
claro testimonio que de ella nos ha quedado, que es el conjunto de narraciones titulado Las mil
y una noches. Muchos de los cuentos que comprende, reflejan la época más brillante del
califato, esto es, el reinado del califa Harum-Al-Raschid, en el siglo IX, y nos revelan la
supervivencia de la organización política y administrativa, las costumbres y los gustos de
origen persa. Del mismo modo, los poetas y los prosistas comenzaron a retomar los temas
persas, olvidando las tradiciones estrictamente árabes, y los arquitectos siguieron los modelos
que se levantaban ante sus ojos.
La dinastía abbasida cayó a manos de las tropas mercenarias que se insubordinaron; eran
éstas, preferentemente, de origen mogol, y fue un jefe de esta raza, Seldyuk, quien, al fin, se
apoderó del califato, devolviéndole, en el siglo XI, el vigor que había perdido en las manos de
los últimos abbasidas.
TEJIDO PERSA. La manufactura oriental era, sin duda, durante la Edad Media, mucho más
fina que la de los países cristianos. Estos tejidos persas constituyeron el asombro de los
caballeros cristianos que recorrieron el Oriente con motivo de las Cruzadas.