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HISTORIA MEDIEVAL - Europa en la época de las Cruzadas
VISPERAS DE LA CRUZADA
Alejo Comneno, emperador de Constantinopla, se dirigió al papa Gregorio VII —aquél del
conflicto con el emperador de Alemania— pidiéndole que convocara a los caballeros cristianos
para que acudieran en su ayuda. Para estimular el interés de los guerreros, el emperador no
habló del peligro que corrían sus propios dominios; habló, en cambio, de las iniquidades que
cometían los infieles musulmanes con los peregrinos que llegaban a visitar el Santo Sepulcro
en Jerusalén, y propuso como objetivo de la empresa la conquista de Tierra Santa para que no
la hollaran los servidores de Mahoma. La empresa tomaba así un fuerte carácter religioso, que
sería propicio a sus propios intereses de Estado.
Gregorio VII hubiera querido acudir al llamado del emperador; no hacía mucho tiempo que la
iglesia de Constantinopla se había separado de la obediencia de Roma, y el papa vid la ocasión
de volver a someterla. Pero el agudo conflicto que mantenía con Enrique IV le impidió cumplir
su propósito, y el emperador de Constantinopla no recibió respuesta. Poco tiempo después,
como el peligro arreciara, Alejo Comneno repitió su llamado, esta vez al papa Urbano II. Las
circunstancias eran más favorables, y el pontífice decidió obrar con rapidez; en 1095 convocó a
un gran concilio en la ciudad de Clermont, y predicó con vigor y elocuencia incitando a todos
los cristianos fervorosos a que corrieran en defensa del sagrado sepulcro de Cristo. Los
caballeros presentes proclamaron inmediatamente su voluntad de cumplir con ese deber, y allí
mismo se declararon "cruzados", señalándose en tal calidad con una cruz que pusieron sobre
sus vestidos. Y, mientras tanto, todos los prelados que habían acudido a Clermont partían para
sus comarcas a fin de predicar entre los caballeros la necesidad de la cruzada, para lo cual se
movilizaron todos los recursos disponibles.