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HISTORIA MEDIEVAL - Europa en la época de las Cruzadas
LA TERCERA Y LA CUARTA CRUZADAS
La noticia de la caída de Jerusalén y del repliegue de los cristianos a los puertos del
Mediterráneo movió a los más poderosos reyes de Occidente a organizar una tercera Cruzada.
Felipe Augusto de Francia, Ricardo Corazón de León, heredero de la corona inglesa, y
Federico Barbarroja, de Alemania, se aprestaron para acudir con sus vasallos, los dos primeros
convinieron una tregua en la guerra que sostenían, y organizaron sus huestes para marchar a
Si-ría, donde llegaron casi al mismo tiempo; Barbarroja, por su parte, se dispuso a cruzar
Europa y llegó al fin al Asia Menor por Constantinopla.
Los esfuerzos de los tres reyes resultaron infructuosos. Barbarroja murió al intentar el cruce de
la cordillera del Taurus, en 1190, y sus hombres se dirigieron a Siria maltrechos y diezmados.
Por su parte, Ricardo Corazón de León consiguió apoderarse de San Juan de Acre,
aumentando así el número de puertos con que contaban los negociantes europeos; pero, en
cambio, Felipe Augusto decidió retornar sin intervenir mayormente en la lucha, debido a su
disconformidad con la política seguida por su rival, Ricardo, que atendía con más diligencia a
sus propios planes políticos que no al objetivo común de reconquistar Jerusalén. De este modo,
la tercera Cruzada no logró la finalidad perseguida, aun cuando dejó una pequeña ventaja en
favor de los cristianos.
Ya se veía que el impulso religioso que moviera a los primeros cruzados había sido
desplazado por otros móviles, especialmente económicos. Pero cuando ello se puso totalmente
en evidencia fue en el curso de la cuarta Cruzada. Organizada por caballeros franceses, sus
jefes acudieron a los venecianos para que se encargaran del transporte marítimo de las fuerzas;
los venecianos exigieron que, antes de dirigirse a Siria, los cruzados colaboraran con ellos en la
lucha que por razones comerciales sostenían por entonces con Constantinopla, y una vez
convenido así, lograron que la atención general se concentrara en esta operación, que prometía
a todos grandes ventajas. Los cruzados se dispusieron a la lucha, y tuvieron tal éxito, que, casi
sin sospecharlo, se apoderaron en 1204 de la ciudad, en la que los francos establecieron un
estado: el Imperio Latino de Oriente.
Este Estado duró hasta 1261, pero reducido a la región europea del antiguo imperio; los
bizantinos, en cambio, se refugiaron en el Asia Menor y allí esperaron hasta que, en aquella
fecha, pudieron expulsar a los conquistadores. En la región balcánica y en las islas del mar
Egeo aparecieron, entre tanto, numerosos señoríos fundados por caballeros europeos, a
quienes llamaban los franceses de Constantinopla para robustecer sus filas, y los comerciantes
de todas las ciudades del Mediterráneo aprovecharon esta situación para intensificar sus
actividades, cuyo rendimiento repercutió notablemente en la prosperidad de las ciudades y de
la clase burguesa que predominaba en ellas.