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HISTORIA MEDIEVAL - El ámbito de la cultura medieval
LOS GERMANOS
Los germanos constituyeron, después de las invasiones, la clase dominante en todos los
estados que surgieron del seno del Imperio Romano de Occidente. Se ha discutido mucho cuál
era el grado de su civilización en el momento de la conquista, y cuál fue la influencia que sus
tradiciones ejercieron. Sin duda habían alcanzado un nivel considerable de desarrollo; se
habían hecho sedentarios, vivían en aldeas, cultivaban la tierra y mantenían un activo
comercio con las zonas fronterizas romanas, gracias al cual se había producido ya un activo
intercambio en el campo de las costumbres y las ideas. En lo fundamental, sin embargo,
mantuvieron sus antiguos hábitos. Eran de temperamento violento y, en general, dados a la
caza y a la guerra, no sólo por necesidad, sino también por vocación. Su organización política
era de tipo democrático; la asamblea de hombres libres constituía la más alta potestad en
materia política y era ella la que decidía con su voto en las más graves cuestiones de la
comunidad. A veces el régimen se tornó en una suerte de aristocracia, y otras, llegó a
constituirse bajo la forma monárquica. Pero, en este último caso, las atribuciones de los reyes
eran muy limitadas y estaban controladas por los consejos y asambleas.
En lo jurídico, los germanos mantuvieron sus tradiciones. La venganza de sangre, la
composición, o sea la indemnización por el daño causado, el juicio por ordalías, la limitación
de la propiedad privada, eran otros tantos rasgos de su vida jurídica, que diferían de los
principios del derecho romano. Y en cuanto a su religión, creían en ciertos dioses de la
naturaleza, presididos por Odín o Wottan. Los dioses, decían los germanos, viven en un
paraíso, el Walhala, al que llegarán todos aquellos que mueran como valientes en los
combates. Allí gozarán de toda clase de delicias y serán servidos por las hermosas walkirias.
Después de ingresar en territorio romano comenzó a producirse la conversión de los germanos
al catolicismo, al que llevaron, por su parte, crecida cantidad de sus antiguas supersticiones y
creencias; sólo los godos habían sido convertidos antes por los misioneros.