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HISTORIA ANTIGUA - El siglo de los Antoninos
ADRIANO
Siguiendo el principio establecido por Nerva, Trajano adoptó a Adriano, que le sucedió en el
poder a su muerte, en 117. Adriano fue un celoso administrador y un verdadero tutor de las
provincias, cuyas necesidades conoció y estudió personalmente por medio de frecuentes
viajes. No sólo estimuló la vida económica del imperio, sino que trabajó intensamente en su
administración y se preocupó, sobre todo, por la ordenación de la justicia. Quizá la obra más
significativa de su gobierno fue el Edicto Perpetuo, recopilación de los antiguos edictos
pretoriales realizada por el sabio jurisconsulto Salvio juliano. Desde entonces, el derecho
quedó ordenado en un cuerpo de disposiciones de fácil consulta.
Adriano se apartó de la tradición de su antecesor en cuanto a la política militar. Consideraba
que la extensión del imperio comprometía su seguridad, y no vaciló en desprenderse de las
conquistas que Trajano había hecho en Oriente; organizó cuidadosamente, en cambio, la
política defensiva, ordenando la construcción de fortificaciones en Retia, Germania y Bretaña,
estableciendo guarniciones y vigilando estrechamente a los pueblos vecinos. Así pasó a la
historia como un gobernante prudente y previsor, que supo descubrir la amenaza que para la
Roma imperial podían llegar a significar los germanos.