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HISTORIA ANTIGUA - Roma y la instauración de la República
EL COMICIO POR TRIBUS Y LAS LEYES
Sin embargo, estas concesiones de los patricios tenían menos importancia de lo que parecía. En
efecto, eran ya muy pocas las familias patricias que conservaban su estirpe pura de toda
mezcla con plebeyos, puesto que, muy generalmente, eran ellas mismas las que buscaban las
alianzas con los plebeyos ricos; y como eran solamente éstos los que podían permitirse el lujo
de aspirar a los cargos públicos, muy difícilmente resultaba de la llegada de los plebeyos al
poder un ataque serio a las ventajas de los ricos. Lo que ocurrió fue que se formó una nueva
nobleza patricio-plebeya que dominó el Estado, y por debajo de la cual quedaban en situación
bastante triste los plebeyos pobres.
Con todo, algo iban ganando éstos en el cambio. Por lo pronto, las posibilidades de
mejoramiento social estaban abiertas a todos. Pero además todos podían hacer valer su
influencia indirectamente mediante las decisiones tomadas en el concilio de la plebe, con las
cuales podían obligar a sus miembros a realizar determinadas gestiones en su provecho. Muy
pronto descubrieron que esta vía podía perfeccionarse y comenzaron a exigir que los
plebiscitos no obligaran solamente a los plebeyos sino a todos los ciudadanos. La proposición
era revolucionaria y la nobleza resistió; pero la plebe amenazó con una nueva emigración en
masa y al fin consiguió lo que quería a principios del siglo III, precisamente cuando se
completaba la conquista de Italia. De ese modo, la asamblea de la plebe se transformó en un
comicio y reemplazó al comicio por centurias en la función legislativa: fue el ejercicio por
tribus o asamblea popular.
Así, a comienzos del siglo in, Roma es un Estado patricio-plebeyo, en el que no pueden
establecerse ya distingos según el nacimiento de los ciudadanos. En cambio, se ha producido
una abierta separación entre ricos y pobres, de la que nacerán en el futuro graves problemas
sociales. Pero no estallarán antes de mediados del siglo ti, cuando la conquista haya extremado
la riqueza de unos y la miseria de otros.