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HISTORIA ANTIGUA - La India y la China en el siglo VI a. de J. C.
LA INDIA. BRAHMANISMO Y BUDISMO
Durante los primeros siglos del primer milenio, los numerosos estados que se habían formado
en los valles del In- do y del Ganges, pese a su independencia política, habían sido
organizados de manera semejante por obra de los sacerdotes de Brahma, que lograron afirmar
la supremacía suya sobre los guerreros. Esta divinidad ascendió a la categoría de divinidad
suprema y, en consecuencia, sus servidores exigieron que, en la escala social, se los
considerara como la clase más privilegiada. Los brahmanes fueron poco a poco
transformándose en un grupo cerrado, hostil a toda inclusión de individuos que no fueran sus
propios descendientes; así se constituyó una casta; pero no se conformaron con eso, sino que
organizaron toda la sociedad según el mismo principio; los guerreros, los mercaderes y
labradores, y, finalmente, los operarios constituyeron otras tantas castas igualmente
incomunicadas entre sí. Por debajo de estas cuatro castas estaban los parias, acaso los antiguos
indígenas sometidos, que carecían de todo derecho por considerárseles impuros. Un código
muy estricto —las leyes de Manú— establecía con férreo rigor el orden social y las relaciones
entre las castas.
Los brahmanes habían elaborado una doctrina religiosa muy sutil, modificando la vieja
tradición de los libros védicos de modo que quedara establecida la supremacía de Brahma
sobre los otros antiguos dioses. Brahma era, según ellos, un dios del universo que se
encontraba en la esencia de todo lo que tiene existencia, una especie de alma del mundo, por lo
cual se lo adoraba en todo. Nada perece, puesto que Brahma está en todo. Así, creían que,
cuando el individuo moría, su alma abandonaba el cuerpo y buscaba dónde encarnarse, para
lo cual tenía en cuenta el comportamiento del hombre durante su vida; y si había sido justo, su
alma se encarnaba en un ser de una casta superior, en tanto que, si había sido injusto, volvía a
uno inferior. Si era un brahmán, su alma volvía al seno de la divinidad. Si, por el contrario, se
trataba de un hombre de la última clase, entonces se encarnaba en cualquier animal.
En el siglo VI se produjo en la India una revolución religiosa encabezada por un hombre de la
casta de los chatrias, llamado Sidarta Gautama, a quien la tradición conoció con el nombre de
Buda, que significa "el iluminado". Buda se mostró enemigo de la cruel separación entre los
individuos que prescribían los brahmanes, y enemigo también de sus creencias religiosas. Se
retiró a una región solitaria y comenzó a meditar y a predicar, enseñando que el hombre no
debe aspirar a otra cosa que a la felicidad íntima, y que ésta no se alcanza sino desechando las
ambiciones y los deseos terrenales. El "nirvana", esto es, el estado de serenidad y de paz en el
que hacía consistir el Buda la felicidad perfecta, sólo se lograba por quien sabía renunciar poco
a poco a todos los goces y a todas las necesidades; y esta posibilidad estaba al alcance de
cualquier individuo, sin distinción de castas, por lo cual su religión fue acogida con fervor por
muchos humildes. Los brahmanes combatieron la nueva fe y trataron de impedir su difusión,
pero no lo consiguieron y, finalmente, optaron por incluir el culto de Buda dentro de su propia
doctrina, modificando en parte su concepción religiosa.