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HISTORIA ANTIGUA - El Imperio durante el siglo I 
LA CULTURA DEL PRIMER SIGLO DEL IMPERIO
La época de los Julio-Claudios y de los Flavios mantuvo el impulso que infundieron en el
espíritu romano Augusto y su círculo.
En las artes plásticas, fueron numerosos los exponentes de la capacidad constructiva de los
romanos. El Panteón, el anfiteatro Flavio o Coliseo, el arco de Tito, las lujosas casas
particulares de Pompeya, todo ello son signos del esplendor que por entonces alcanzó la
arquitectura. En general, se manifiesta una evidente perduración de los modelos griegos; pero
se le imprimen algunos caracteres peculiares tales como el uso de la cúpula —como en el
Panteón— o el desarrollo de la ornamentación. Además, las dimensiones de los edificios
romanos fueron muy superiores a las que usaron los griegos, así que el aspecto de sus
construcciones difería notablemente de las de aquéllos, porque tenían que combinar los
distintos elementos ornamentales para romper la monotonía de los extensos muros.
El conocimiento de los principios de la construcción permitió emprender vastas obras
públicas, de las cuales no están ausentes ciertos rasgos fundamentales del gusto romano. Si las
calzadas
—extensas y numerosas— no revelaban otra cosa que un profundo dominio de la
técnica, los acueductos y los puentes revelan cómo sabían combinar las exigencias prácticas
con la armonía de las líneas.
En cuanto a la escultura, los romanos revelaron —a diferencia de los griegos— una marcada
predilección por el retrato. Estatuas y bustos de notable precisión en el modelado de la
fisonomía, muestran cómo el escultor perseguía la fidelidad a su modelo, sin perjuicio de una
búsqueda de valores estrictamente plásticos.
No faltaron en este primer siglo poetas de valor, como Lucano, el autor de la Farsalia, Estacio,
que nos ha dejado un poema titulado Tebaida, y los satíricos Juvenal y Marcial. Petronio
escribió, en prosa y verso, una obra de singular mérito, titulada el Satiricón, que nos provee de
una ingente cantidad de datos preciosos para conocer las costumbres de la época. En la
filosofía descolló Séneca, el autor de diversos tratados morales, y en la historia se destacaron
Suetonio, el autor de la Vida de los Césares, y Tácito, acaso el más grande historiador romano,
al que debemos una Historia y unos Anales, modelos en su género.