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HISTORIA ANTIGUA - La era de la dominación asiria
EL SEGUNDO IMPERIO BABILONICO
Los vencedores se dividieron los territorios que los asirios dominaban. Los medos extendieron
su autoridad hacia la Alta Mesopotamia, en tanto que los caldis —o caldeos— quedaron
dominando la Siria. Entre tanto, el Egipto volvió a ser independiente y tuvo una nueva etapa
de esplendor bajo la dinastía de los faraones de la ciudad de Sais. De todos estos estados, el
que alcanzó más importancia en los primeros tiempos fue Babilonia.
Durante el reinado de Nabucodonosor, el segundo Imperio Babilónico alcanzó su mayor
esplendor. Las principales ciudades y los más ricos puertos de Siria cayeron en sus manos y
comenzaron a servir a la rica ciudad del Eufrates, que se transformó por entonces en una de
las más hermosas del mundo. Nabucodonosor ordenó la construcción de una inmensa
edificación en la que estaban comprendidos el templo de Marduc —el principal dios de la
ciudad—, el zigurat o torre de siete pisos y la residencia real; allí abundaban los jardines, las
amplias calzadas, los relieves ornamentales, los objetos del más refinado lujo. Murallas,
puertas gigantescas, rutas y canales dieron a la ciudad y a la región vecina un aspecto
grandioso que impresionó vivamente la imaginación (le los contemporáneos.
En el seno de tanta grandeza arrastraban su desolación los hebreos, que habían sido
arrancados de Jerusalén por el fiero conquistador. Uno de sus profetas, Daniel, predijo que el
imperio estaba amenazado de muerte. Ya se veía, en efecto, la sombra amenazadora de los
persas, y muy pronto el fatídico anuncio se tornó realidad: en 539, el rey de Persia, Ciro, llegó a
las murallas de Babilonia y de un solo golpe terminó con el efímero poderío del pueblo caldeo.