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HISTORIA ANTIGUA - La crisis de la República
LOS GRACOS
Una ola de escepticismo se apoderaba de la ciudadanía romana, en tanto que una inmensa
masa de desheredados esperaba que el Estado y los ricos se ocuparan de ellos. Un día, un
hombre de corazón y de energía exigió para ellos ayuda y protección, y desencadenó un
conflicto social que contribuyó, no poco por cierto, a que naufragaran las instituciones de la
reciente república.
Este hombre se llamaba Tiberio Graco y era descendiente de Escipión.
Llegado en 133 al tribunado de la plebe, presentó un proyecto de ley agraria, según la cual el
Estado debía reivindicar las tierras públicas que la nobleza senatorial había ocupado
indebidamente, para entregarlas a los desheredados en pequeños lotes. El proyecto irritó a los
poseedores, pese a que se les ofrecía indemnización, y se opusieron violentamente; pero
Tiberio respondió también con la violencia y gracias a ella logró convertir en ley su proyecto.
Poco después, Tiberio Graco caía víctima de una conjuración, y su reforma, sin ser suprimida,
languideció frente a los obstáculos puestos por el gobierno de la oligarquía senatorial.
Diez años después, Cayo Graco, hermano de Tiberio, ocupó el mismo cargo con idénticos
propósitos; pero esta vez estaba mejor preparada la masa además, el tribuno consiguió la
alianza de los nuevos ricos, que eran también enemigos de la nobleza senatorial. Unidos
ambos grupos sociales, consiguieron imponer muchas de sus iniciativas; pero el Senado supo
combatir con su demagogia la sana política de Cayo Graco y logró debilitar el apoyo que hasta
entonces le prestaba la masa proletaria. Así pudo, un día, hacer asesinar a Cayo Graco como lo
había hecho con su hermano. Desde entonces, quedó diseñado en el panorama político un
partido popular que sólo esperaba que alguien lo organizara convenientemente para adquirir
una terrible gravitación en la vida romana.