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HISTORIA ANTIGUA - La crisis del Imperio
LA INVASION DE GALIA. ESTABLECIMIENTO DE LOS INVASORES
En efecto, en el año 405, precisamente cuando se temía la invasión de Alarico a Italia y se
preparaba la defensa, el jefe de los ejércitos romanos, Estilicón, había retirado de la frontera
renana las mejores fuerzas militares con el objeto de fortalecer las líneas defensivas de Italia.
Esta circunstancia fue aprovechada rápidamente por algunos pueblos germánicos vecinos del
Rin. Los vándalos, los suevos y los alanos cruzaron el río que señalaba la frontera y se
introdujeron en Galia, a la que recorrieron y saquearon durante algún tiempo. Con la
esperanza de recoger mejor botín, cruzaron luego los Pirineos y entraron en España, en
algunas de cuyas regiones repitieron sus expediciones de pillaje. Pero ellos, como los otros
grupos de su mismo origen, deseaban fijarse definitivamente en alguna zona rica y fértil, y
procuraron delimitar los territorios para asentar sus reales.
Los vándalos eligieron la zona meridional de la península, que recibió de ellos el nombre de
Vandalucía; los suevos, por su parte, se instalaron en Galicia y los alanos se quedaron en el
actual Portugal.
Fue entonces cuando el emperador de Occidente encomendó a los visigodos que, en calidad de
aliados del imperio, expulsaran a los otros pueblos germánicos de las provincias de España y
Galia. El precio de esta ayuda era tentador; los visigodos podrían establecerse en esas
provincias definitivamente como aliados, y, ante tal perspectiva, lucharon con denuedo para
someter a los otros invasores. Así, los alanos, nuevos y vándalos fueron dominados y
sometidos poco a poco, emigrando los últimos hacia la costa africana en 429; de ese modo, los
visigodos consiguieron establecerse en el vasto territorio comprendido entre el río Loira y el
estrecho de Gibraltar.
Entre tanto, otros pueblos germánicos se habían movido desde sus antiguos territorios hacia el
imperio. Los burgundios, tras múltiples peripecias, se instalaron en el valle del río Saona,
región que por ellos se llamó Burgundia primero y luego Borgoña. Los anglos, los jutos y los
sajones cruzaron el mar y se instalaron en la provincia de Bretaña, en la actual Inglaterra,
donde fundaron cierto número de pequeños reinos. Así, poco a poco, el imperio se disgregaba,
no conservando el emperador autoridad efectiva sino sobre el norte de Francia y en Italia.