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HISTORIA ANTIGUA - La aparición del Cristianismo
LA DIFUSION DEL CRISTIANISMO
Después de su muerte, sus palabras se difundieron con intenso fervor por quienes las habían
escuchado, y comenzaron a ponerlas por escrito para evitar que se perdieran. Los apóstoles,
esto es, aquellos que habían rodeado a Jesús y habían recibido directamente su enseñanza,
comenzaron a propagar su doctrina no solamente por todos los rincones de Palestina sino aun
más lejos. Algunos de ellos emprendieron largos viajes para llevar la palabra divina a los
grupos judíos de las grandes ciudades del Mediterráneo, a los que acaso había llegado el
rumor de la aparición del esperado Mesías; la reacción fue diferente, según los casos, porque
unos creyeron que, en efecto, lo era, y otros se resistieron a dar fe a la fausta noticia; por eso las
sinagogas de casi todas aquellas ciudades se dividieron —como había ocurrido en la misma
Palestina— entre los que seguían fieles a la antigua ley —la Tora— y los que se declararon
cristianos, aceptando la doctrina de Jesús.
La propagación de la doctrina se hizo, principalmente, por medio de los Evangelios. Fueron
éstos los libros que
escribieron algunos de los discípulos de Jesús, narrando su vida, sus
enseñanzas, su pasión y su muerte. Tres de ellos, los de San Marcos, San Mateo y San Lucas,
son bastante semejantes entre sí, y se los llama, por eso, sinópticos, en tanto que el cuarto —el
de San Juan— revela una elaboración más prolija y acaso más profunda; poco a poco,
comenzaron a aparecer otras narraciones de la vida de Jesús que, a pesar de ser consideradas
apócrifas por la Iglesia, contienen datos de considerable valor. Pero, en todo caso, ninguno de
los Evangelios circuló profusamente durante el siglo I, y puede decirse que, durante este
primer período, fue exclusivamente la propaganda oral la que logró atraer adeptos a la nueva
doctrina en todos los ámbitos del Mediterráneo.
CATACUMBAS DE SANTA PRISCILA. Los cristianos, en Roma, durante las persecuciones de
que fueron objeto en los primeros tiempos, se reunían en las llamadas Catacumbas, lugares
subterráneos donde celebraban sus ritos, se confortaban mutuamente y enterraban a sus
muertos. Las Catacumbas de Roma tienen en conjunto una longitud de varios centenares de
kilómetros.